Broxigar fue un veterano orco las primera 3 guerras de Azeroth, era famoso entre los de su raza por sus heroicas hazañas. En la tercera de ellas, en una de sus misiones, le encargaron defender un paso de montaña de vital importancia para la horda, pero solo sobrevivió él, y aunque ganaron la batalla, el resto de sus compañeros habían muerto. Esto fue una cosa que él nunca se pudo perdonar, considerándose un “cobarde” por haber sobrevivido mientras que el resto de los suyos habían muerto gloriosamente en el campo de batalla.
Posteriormente, le enviaron a Sierra Espolón a investigar una anomalía temporal que se encontraba allí, aunque desgraciadamente, su compañero falleció en la exploración, Broxigar fue arrastrado junto a un humano, Rhonin, y a un dragón, Korialstrasz, que también se encontraban allí investigándolas, atrás en el tiempo, hacia la Guerra de los Ancestros.
Viaje en el Tiempo
Estos tres aparecieron en el antiguo Kalimdor, cuando todos los continentes eran uno solo. No pasó mucho tiempo en hasta que se encontraron con los elfos de la noche y se los llevaron a la capital de su imperio, a Suramar. Al principio miraban a estos 3 como si fueran alienígenas; aunque la aprendiz a sacerdotisa de los elfos Tyrande, creyó que estaban ahí por algo que ellos aún no eran capaces de comprender y les ayudó a reponerse de las heridas que tenían de la batalla que acababan de librar, y a darles cobijo y alimento. Posteriormente fueron liberados por su insistencia, y se unió rápidamente a la lucha que tenía enfrente de él. Los Altonato estaban conjurando un hechizo para invocar la Legión Ardiente a Azeroth.
Aunque al principio a los elfos les costase asimilar que alguien de otra raza que no fuera la suya estuviese ahí, con el tiempo lo aceptaron. El hacha de Brox fue confiscada por la Guardia Nocturna cuando éste llegó allí, por lo que Malfurion le creó una nueva, un hacha de madera que tenía la agudeza y densidad de un diamante.
Batalla en el Pozo de la Eternidad
En la batalla final que se produjo en el Pozo de la Eternidad, se dio cuenta de que, para que el futuro no cambiase y las líneas temporales siguiesen su curso necesitarían más tiempo, a pesar de su destreza en combate y de la resistencia Kaldorei allí presente, no conseguían cerrar el portal. Saltó a la espalda de uno de los dragones que a su vez también llevaba a Rhonin hacia un portal que se estaba abriendo en el centro de aquel remolino.
De repente se halló en un mundo distinto, un mundo en el que no había estado nunca, el reino de la Legión Ardiente. Desde allí dio muerte a cientos de demonios que intentaban entrar en Azeroth a través del portal, hasta que captó la atención de una entidad más importante y poderosa, Sargeras, el titán caído y mismísimo creador de la Legión Ardiente. Postrado ante él con la intención de aniquilarlo para que sus malvados planes pudiesen continuar, en el último momento, Broxigar saltó encima del titán y con el hacha forjada por Malfurion le hizo una herida en la pierna y acto seguido murió por la ira que le había provocado a Sargeras.
Esto fue aprovechado por Krasus y los elfos de la noche que por un breve espacio de tiempo, distrajeron a Sargeras para que no estuviese pendiente del portal y que Malfurion e Illidan lo consiguiesen cerrar. Poco antes de que se cerrase por completo y la historia continuase como debía ser, recogieron el cuerpo del orco del lugar en el que se hallaba y el arma que le había propinado el duro golpe a Sargeras. Con este noble acto, Broxigar quedó inmortalizado para toda la eternidad, no fue una muerte honorable como otra cualquiera sino una muerte llena de gloria como nunca se había visto.
Cuando el humano y el dragón regresaron al presente fueron a ver al Jefe de Guerra de Broxigar, Thrall, a través de un disfraz de orco. Krasus relató cómo ayudó a los elfos de la noche a detener la invasión demoníaca y la herida que le había provocado a Sargeras, y le suplicó que sus hazañas fuesen cantadas durante generaciones por los orcos. Incluso la orgullosa raza de los elfos de la noche se emocionan al oír su historia, como un extranjero en el que habían desconfiado les había salvado de un fatídico mal.
El hacha del guerrero orco fue heredada por su sobrina Thura, a la que tras haberle mostrado al resto de su raza sus habilidades, Thrall se la dio con ganas de que hiciese honor a su antepasado caído en combate.