De diversas maneras, la maldición de nuestro pueblo empezó y acabó con Grom. Su nombre significa «corazón gigante» en nuestra antigua lengua. Hizo honor a su nombre un centenar de veces cuando se enfrentó solo al demonio Mannoroth y obtuvo nuestra libertad con su sangre.
– Inscripción en el monumento a Grom –
Contacto con Azeroth
Grommash Grito Infernal era el líder del clan Grito de Guerra, famoso entre los orcos. Era muy joven para ser líder y corrían sospechas sobre la verdad en la muerte de su predecesor, queriendo indicar que era un usurpador y que no había heredado el liderazgo legítimamente; no obstante, nadie parecía cuestionarle.
Fue el primero en apoyar a Ner’zhul cuándo el anciano chamán propuso por primera vez atacar a los Draeneis en una guerra sin cuartel. Participó activamente en el conflicto: se sabe que estuvo en la conquista de Shattrath y que mantuvo una lucha con Nobundo. Pero sería recordado por ser el primero en otro aspecto.
Gul’dan había ofrecido la sangre del demonio Mannoroth como si fuera un regalo a los líderes de todos los clanes presentes. Si bien Puño Negro hubiera deseado ir en cabeza, Grommash sorprendió a todo el mundo ofreciéndose en primer lugar. Todos los demás pudieron ver su transformación; Grommash argumentó que la sensación era magnífica y que todos los Grito de Guerra deberían seguir sus pasos.
Años después tuvieron lugar la Primera y la Segunda Guerra en Azeroth contra los Humanos. Es sorprendente que ni Grommash ni ninguno de los Grito de Guerra participaron en esos conflictos. No, se quedaron en Draenor. Por ello, no sufrieron pérdidas y tampoco fueron encarcelados en los Campos de Internamiento. Grommash tuvo que esperar pacientemente todavía más tiempo para que llegara su hora de gloria.
Ese momento llegó con Teron Sanguino y su plan de olvidar Azeroth e invadir otros mundos. Una vez Ner’zhul accedió a liderar a la Horda una vez más, encargó a algunos clanes, entre ellos los Grito de Guerra, la tarea de robar a los humanos una série de objetos mágicos de gran poder. De esta manera, Grommash Grito Infernal atravesaba el Portal Oscuro y entraba en Azeroth por primera vez.
Escape de Draenor
La primera tarea en Azeroth fue reconstruir el Portal Oscuro (la estructura), que había sido destruida por Khadgar al final de la Segunda Guerra. Dado que el objetivo era regresar a Draenor y no volver nunca más a este planeta, no hizo falta que se hiciera una construcción tan mágnífica como la del otro lado y bastó con algo pequeño y simplemente funcional.
El clan Grito de Guerra fue el encargado de mantener el Portal Oscuro bajo el control de la Horda mientras el resto de clanes robaban los artefactos. Por ello, fue fundamental poner bajo asedio a la fortaleza de Nethergarde. No se tenía la intención de tomar la fortaleza porque no íban a quedarse, pero había que mantener a los humanos distraídos y mirando en el lugar equivocado.
Cuando todo estuvo listo, Grommash y su clan volvieron a Draenor a toda prisa, huyendo de los Hijos de Lothar. Pero, al final, Ner’zhul los traicionó, al igual que traicionó al resto de orcos. Su locura iba a destruir el planeta así que Grommash dirigió a los Grito de Guerra de regreso al portal. Allí se encontraban los humanos, pero no pudieron detener a una horda de orcos que luchaban por sobrevivir.
Grommash consiguió entrar en Azeroth poco antes de que Khadgar cerrara el Portal Oscuro. De esta manera, los Grito de Guerra quedaron para siempre atrapados en el planeta de los humanos. Sabiendo que no podría resistir en una batalla abierta, Grommash optó por ocultarse. Viajó hasta el norte, hasta Lordaeron, y permaneció en las sombras hasta el día de la liberación.
Thrall y la nueva Horda
Consiguió mantener a su clan a salvo de los humanos durante años, aunque solo era cuestión de tiempo que los encontraran y atraparan. Pero, aun en libertad, no pudieron escapar de los efectos secundarios de las energias viles y hasta el mismo Grommash empezó a perder la voluntad de pelear. No obstante, siempre luchó contra esta debilidad lo mejor que pudo.
Un día, un grupo de sus hombres trajo consigo a un orco desconocido que se hacía llamar Thrall y que quería conversar con él. Grommash pudo comprobar que Thrall era distinto al resto y le otorgó un trato preferente. También le hizo saber que el clan que andaba buscando muy probablemente eran los Lobo Gélido y le indicó dónde podría encontrarlos.
Thrall le devolvió la esperanza. Juntos, marcharian contra los Campos de Internamiento y liberarian a sus hermanos captivos. Y así fue: Thrall regresó con los Lobo Gélido y Orgrim Martillo Maldito como segundo al mando de la nueva Horda que se estaba formando. Grommash no se opuso a la última voluntad de Martillo Maldito de promocionar a su nuevo mejor amigo a Jefe de Guerra de la Horda. Juntos, terminaron lo que empezaron y Durnholde, en centro de los Campos de Internamiento, fue destruido. Posteriormente, encontraron un lugar dónde podrían vivir en relativa paz.