Con todos los orcos prisioneros liberados, las hostilidades con la Alianza cesaron oficialmente. Se había alcanzado una tregua y parecía que podrían ser unos años tranquilos. Sin embargo, la Legión Ardiente no olvida los fracasos y pronto volverían a Azeroth para vengar lo sucedido. De entre los orcos, especialmente Grommash se vería más afectado por la influencia de los demonios, tal y como veremos a continuación
Lejano Kalimdor
Un día, un mensaje del Jefe de Guerra Thrall llegó hasta Grommash. Su amigo le solicitaba su presencia, al igual que había solicitado la de todos los otros líderes que estuvieses bajo su mando. Sin embargo, por el camino, los humanos lograron realizar aquello que en años no habían conseguido: capturar a Grito Infernal.
Desgraciadamente para los captores, lo encerraron en el mismo lugar en que Thrall había pensado dirigirse, por lo que fue rápidamente puesto en libertad. Fue Grommash el que tuvo la idea de robar los barcos humanos para cruzar los mares y sorprendentemente mostró unos grandes deseos de abandonar las tierras de sus enemigos al fin.
Mientras que Thrall y muchos otros tomaron tierra en unas islas por el camino, Grommash y los suyos prosiguieron sin pausa su ruta hacia el oeste, tal y como el Jefe de Guerra lo había ordenado. Por este motivo, llegaron mucho antes a Kalimdor y se adentraron solos en el desconocido continente. No esperaron a que llegara el resto para empezar una guerra con los humanos, refugiados de Lordaeron, aunque los demás no tardaron demasiado en unirse a ellos.
Por mucho que Thrall le hubiera prohibido directamente el no atacar a los humanos, por muy cerca que se encontraran, Grommash sentía que no podía obedecer. Algo le estaba impulsando a matar, y esas ganas finalmente sobrepasaron su voluntad de obediencia. Atacó a todos y cada uno de los asentamientos humanos de las proximidades causando muchos problemas al resto.
Thrall le gritó por sus acciones y, aunque en un principio Grommash le replicó, pronto volvió en sí y admitió que se dejó llevar. Sus promesas de que no volvería a suceder no fueron suficientes y él y todo el clan Grito de Guerra fue enviado a los bosques del norte, para levantar un gran asentamiento.
La sangre demoníaca
Ya lejos de Thrall, Grommash le maldijo por dejarle a un lado. Pero no por ello iba a desobedecerle en esta ocasión. La tala de Vallefresno empezó desde la Serrería Grito de Guerra que construyó al llegar y los Elfos de la Noche respondieron en consecuencia. Eso era perfecto para su sed de sangre: nunca hizo falta que los enemigos fueran humanos.
Pero Grito Infernal no estaba preparado para enfrentarse con un Semidiós. Cenarius, protector del bosque, apareció e hizo retroceder a los orcos hasta su campamento principal. Los Grito de Guerra no aguantarían mucho más. Irónicamente, el mismo bosque que ahora se levantaba para matarlos, les ofreció la salvación. Oculta entre los árboles se encontraba la fuente dónde Mannoroth había vertido un poco de su sangre antes de la llegada de los orcos.
La corrupción llamó la atención de los chamanes y su líder ordenó encontrar la fuente. Una vez más, Grommash fue el primero en probar la sangre de los demonios y, repitiendo el proceso, la ofreció a todos y cada uno de los orcos que formaban su clan. Potenciados, los Grito de Guerra superaron rápidamente a Cenarius y lo derribaron. <<El semidiós ha caído. Los Warsong son superiores>>.
Muerte de Grommash
Esta vez no fue una simple sed de sangre que les hizo matar a todo Elfo de la Noche que encontraran. La Legión reclutó por completo a los Grito de Guerra. Cuándo Thrall regresó a por ellos junto a Jaina Valiente, Grommash los atacó a ambos por igual.
Sus fuerzas eran numerosas y habían sido aumentadas por la presencia de demonios. Pero eso no fue suficiente contra el poder de orcos y humanos luchando juntos. Thrall se abrió paso hasta el escondite de Grommash y allí hizo prisionero a su amigo dentro de una Gma de Alma. Así, consiguirian limpiarle la corrupción con algo más de tranquilidad en la seguridad de su base.
Una vez recuperó su consciencia, Grommash se disculpó muchas veces. Sin embargo, eso no era de ningún valor para Thrall. En ese momento, el futuro de los orcos estaba en juego: esclavitud o libertad. Grito Infernal lo tenía muy claro: Mannoroth debía morir; y él sabía dónde encontrarle.
Acompañado solo por Thrall, fue a matar al demonio causante de todos los problemas de su raza. Sin embargo, no tardaron en descubrir que el Señor del Foso, además de grande, era extremadamente poderoso. Su compañero fue derribado con un solo golpe, pero eso no le intimidó. Grommash demostró que era un experto guerrero, logrando clavar su hacha Aullasvísceras en el pecho del demonio. Mannoroth hizo explosión y ésta le alcanzó directamente.
Las heridas eran demasiado graves y Grommash no sobrevivió. Su última acción trajo conisigo la liberación de los orcos de las garras de la Legión y Thrall mandó construír un monumento en su honor en el lugar dónde murió.