¡Saludos, Comunidad!
Terminamos la historia de los Humanos con la parte correspondiente a la Tercera Guerra. Desde aquí, un abrazo enorme de nuevo a Dsaille, Natea y Cemotucu que se han ofrecido en darnos sus guías oficiales. Forman parte del Staff de la edición de la WoWpedia inglesa, usando así todas las referencias de las novelas de Warcraft. ¡Disfrutad de la tercera entrega de la historia!
La Tercera Guerra
Tras la Purga de Stratholme, Jaina Proudmoore había decidido prestar atención a las advertencias de un desconocido quien le alertaba del inminente fin que caería en Lordaeron y a pesar de lo extraño de sus advertencias, su mentor, el Archimago Antonidas, escuchó de ellas después de que su aprendiz se las retransmitiera. Pero no hizo caso, hasta que Arthas y sus muertos vivientes, después de reducir a escombros el Reino de Lordaeron y el Reino de Quel’Thalas, se presentó a las puertas de Dalaran. Convencido entonces de las advertencias, Antonidas concluyó que era el momento adecuado para que Jaina reuniera a todos los sobrevivientes que pudiera del reino caído de Lordaeron, así como todo quien deseara seguirle en Dalaran y se embarcara hacia el oeste.
Con Jaina lejos y a salvo junto a varios refugiados, el Archimago Antonidas y el Kirin Tor, intentaron resistir tanto como pudieran el asedio de los muertos vivientes contra la ciudad y así fue, pese a los continuos ataques a la ciudad con tal de robar el Libro de Medivh, hasta que un viejo miembro del Kirin Tor, Kel’thuzad, en esos momentos convertido en Lich, abrió un portal que permitió la entrada de Archimonde a Azeroth. El señor demoníaco destrozó la ciudad en cosa de segundos con un simple hechizo y tras de él, oleadas de demonios aparecieron en Azeroth, comenzando así una segunda invasión de la Legión Ardiente y el conflicto que sería conocido como la Tercera Guerra.
Tras arribar a un continente desconocido en el oeste, Jaina y su expedición se asentaron en el territorio solo para encontrarse con que la Horda de Thrall también se había trasladado por alguna razón en ese mismo lugar. Al instante la lucha entre la Alianza y la Horda volvió a cobrar forma, teniendo desastrosos resultados para Jaina, quien retrocedió hasta las montañas de la Sierra Espolón confiando en que sería una defensa útil con tal de contener a la Horda, además de poder investigar el interior de una de sus montañas al presentir un gran poder en su interior y confiar que allí encontraría algo que le permitiera derrotar a los orcos. Sin embargo, lo que encontraría dentro sería aún más sorprendente.
Una vez en el núcleo de la montaña, la maga humana se encontró cara a cara con el Jefe de Guerra, Thrall y el Jefe de los Tauren, Cairne, pero antes de poder llegar a enfrentarse, el desconocido cuyas alertas les habían llevado hacia Kalimdor se desveló ante ellos como Medivh y les imploró que se aliaran contra la Legión Ardiente pues, de lo contrario, no sobrevivirían a su invasión. Aunque de forma reacia, ambos bandos aceptaron colaborar entre sí y a pesar de las incomodidades y diferencias entre ambas facciones, los refugiados de Jaina apoyaron a la Horda y viceversa en sus tareas en Kalimdor, llegando a prestarse apoyo mutuo incluso cuando otra raza nativa del territorio, los Elfos de la Noche, se mostrasen hostiles ante su presencia antes de aliarse a la misma gracias a la intervención de Medivh para compartir un punto en común: la Legión Ardiente.
Conscientes del peligro que representaba la Legión Ardiente y lo que buscaban en Kalimdor, las fuerzas conjuntas decidieron atrincherarse en el Monte Hyjal con tal de tender una trampa a Archimonde. La primera base, aquella que fue levantada a los pies de la montaña, pertenecía a Jaina y a sus refugiados quienes lucharon con gran valor con tal de ganar tiempo a sus aliados antes de verse completamente abrumados y abandonar el campo de batalla. Aunque producto de su alianza, Jaina retornó al monte y ayudó a huir a Thrall posterior a su base, la segunda en el monte, fuese destruida tras no poder contener a los demonios después de una aguerrida defensa. Finalmente, Archimonde logró superar las defensas de los Elfos de la Noche en lo alto del monte y creyendo haber alcanzado la victoria, se acercó al Árbol del Mundo, Nordrassil, con tal de destruirlo y sellar el destino de Azeroth, pero antes de que pudiera hacerlo, Malfurion Tempestira, un druida de los Elfos de la Noche, soplo el Cuerno de Cenarius y convocó a los cientos de espíritus de la naturaleza los cuales se volvieron en contra del señor demoníaco y ocasionaron una explosión que lo barrio a él, y al resto de sus demonios, de la faz de la tierra. Aunque también incineró la naturaleza a su alrededor y al propio Nordrassil.
Las consecuencias de la Tercera Guerra
A pesar de la victoria sobre la Legión Ardiente, la humanidad nuevamente se hallaba en una posición más que inestable. El Reino de Lordaeron había sucumbido completamente a los muertos vivientes y seguía en su poder, así como las ruinas de Dalaran. Los reinos de Kul Tiras y Ventormenta permanecieron dentro de la Alianza, convertido Ventormenta en el nuevo centro de poder debido a su reconstrucción y encontrarse casi completamente intacto al no haber podido participar en la Tercera Guerra.
Mientras que los refugiados de los Reinos del Este que habían marchado con Jaina hacia Kalimdor se asentaban en una península en el extremo este del continente, en medio de un pantano conocido como el Marjal Revolcafango y en el cual comenzarían la construcción de Theramore, una nueva ciudad-estado en dicho lugar. En el continente de Lordaeron las secuelas de la Tercera Guerra continuaban más patentes que nunca, pues pese a la derrota de la Legión Ardiente en el Monte Hyjal, los muertos vivientes seguían manteniendo en su poder una gran porción del continente que albergara en el pasado al Reino de Lordaeron, el Reino de Quel’Thalas y Dalaran. Pero pese a todo, aun existían unos pocos asentamientos que habían logrado resistir a los muertos vivientes y seguían existiendo personas que confiaban en poder revertir la situación.
Después de oír las desastrosas noticias sobre lo ocurrido en Lordaeron, el Gran Almirante de la Alianza y Rey de Kul Tiras, Daelin Proudmoore, navegó hacia las costas del reino caído para solo encontrar a un millar de muertos vivientes y unos pocos sobrevivientes. Desesperado por hallar a su hija, el Gran Almirante reunió a su flota y zarpo hacia el oeste con tal de poder hallarla. Sin embargo, su sorpresa no fue menor al vislumbrar la presencia de la Horda una vez oteo las costas de Kalimdor y al instante comenzó a asaltar las costas de Durotar, forzando incluso a los Trols Lanzanegra a abandonar las Islas Eco ante el incesante bombardeo de sus tropas. Recordando de lo que la Horda era capaz, Daelian creía que era parte de su deber impedir que la Horda lograra asentarse y fortalecerse en Kalimdor con tal de evitar que se convirtieran en una amenaza mayor algún día.
Desgraciadamente para el Gran Almirante, la Horda lograría responder a su ataque y se vería forzado a retroceder hasta la Isla de Theramore, donde podría reencontrarse con su hija. Más la felicidad no perduraría, pues a su llegada encontraría a Rexxar de los Mok’nathal, Rokhan de los Trols Lanzanegra y a Chen Cerveza de trueno, aliados de la Horda. Decepcionado y furioso con lo ocurrido, Daelin ordenó el arresto de los tres emisarios de la Horda, pero, lograron escapar con la ayuda de Jaina antes de que su padre se hiciera con el control de la ciudadela y comenzara su campaña contra la Horda, la cual le forzó a permanecer en Theramore y levantar un bloqueo naval con tal de evitar que la Horda pudiera asediar la ciudad. Aun así, para sorpresa del Gran Almirante, su hija, quien se percató de que su padre no veía más allá de las rencillas del pasado, concluyó que su venganza contra la Horda solo traería más muerte para ambos bandos y para evitarlo, ayudo a Rexxar a destruir las naves de su padre, permitiendo que la Horda pudiera levantar un asedio sobre Theramore.
En medio del asedio, Thrall intentó razonar con el Gran Almirante, tratando de hacerle ver que la Horda ya no era el mismo enemigo que había combatido hacia tantos años atrás, pero Daelin se negó a escuchar y cargó hacia la batalla en el interior de la fortaleza. Rexxar combatió y dio muerte al Gran Almirante, poniendo fin a la batalla y permitiendo que Jaina recuperara el liderazgo de Theramore aunque a un alto precio.
Por otro lado y al mismo tiempo, el resto de la Orden de los Caballeros de la Mano de Plata en las ruinas del Reino de Lordaeron, liderados entonces por el Gran Cruzado Saidan Dathrohan y el Alto Señor Alexandros Mograine, portador de la legendaria Crematoria, se habían establecido y refugiado en Hearthglen, después de las numerosas bajas dentro de la Orden durante el preludio y el curso de la Tercera Guerra donde su propio líder y primer paladín, Sir Uther el Portador de la Luz, había muerto a manos de Arthas en un combate singular tras asaltar la caravana que resguardaba las cenizas de su padre. Desde dicho sitio, los paladines concluyeron que era necesario llevar la batalla a la Plaga en sus propios dominios: las Tierras de la Peste que otrora fueran el extremo norte de Lordaeron y aunque sus victorias no fueran menores, jamás lograrían su objetivo principal: la destrucción de la Plaga.
Del mismo modo y por otro lado, Othmar Garithos, hijo de un Barón que regía sobre las tierras fronterizas con el Reino de Quel’thalas, había alcanzado el rango de Gran Mariscal dentro del ejército de Lordaeron principalmente gracias a la reputación y título de su padre. Convertido entonces en el oficial de mayor rango dentro de su cuerpo armado, el Gran Mariscal Garithos comenzó a reunir un ejército a partir de todos los voluntarios y ciudadanos conscriptos que pudiera conseguir. Además, naciones aledañas tales como Forjaz, reconociéndolo como el único posible remanente de lo que fuera el Reino de Lordaeron y el mayor señor vivo en el lugar, le otorgaron y enviaron cierto apoyo militar, así como también lo hicieron el Príncipe Kael’Thas Caminante del Sol de Quel’thalas y sus renombrados Elfos de Sangre. No obstante, Garithos, a pesar de aceptarlos, nunca se mostró abiertamente afín a sus aliados pues consideraba que la Alianza debía de ocuparse únicamente de proteger y preservar a la humanidad sobre el resto de razas, así como también que esta nunca debió haber aceptado a los Altos Elfos en ella en primer lugar.
A pesar de sus ideas, el Gran Mariscal logró recuperar para la Alianza las ruinas de la ciudad de Dalaran y comenzó su reconstrucción para establecer allí su base principal. Desgraciadamente, sus pensamientos sobre los elfos de sangre le llevó a arrestar al príncipe Kael’thas y sus fuerzas Tras ordenarle reconstruir los observatorios de la ciudad, le enfrentó a una fuerza hostil en el oeste, se dispuso a recuperar la ciudad de la Plaga. Pero el príncipe llegó a aceptar el apoyo de los naga con tal de poder cumplir su misión y querer sobrevivir a ella.
Posteriormente, los elfos huyeron de Dalaran sin Garithos poder hacer nada. Aunque tampoco se dignaría en intentarlo por completo, puesto que se vio obligado a llevar su atención hacia las masas de muertos vivientes que se aproximaban hacia su posición, nuevamente. El Gran Mariscal logró empujarlas de vuelta a las Tierras de la Peste, pero solo para terminar encontrándose con los señores del terror, Balnazzar y Detheroc, siendo este último quien utilizaría su poder mental sobre el Gran Mariscal con tal de ejercer control sobre él y sus fuerzas. No obstante, esto solo sería temporal, después de que Sylvanas Brisaveloz, la antigua Guardabosques-General de Lunargenta que había sido asesinada por Arthas y levantada como muerto viviente para servirle, acabara con la vida de Detheroc, Othmar. Se vio liberado de su influjo y aceptó aliarse a la insurrecta elfa no muerta a pesar de que sus consejeros le indicaron lo contrario.
Las sospechas de los consejeros de Garithos se vieron corroboradas posterior al exitoso asalto a la ciudad capital de Lordaeron con el fin de recuperarla y dar muerte a Balnazzar. Sylvanas ordenó a Varimathras acabar con la vida de su hermano, algo prohibido dentro de las leyes que rigen a los Nathrezim según el propio señor del terror, lo cual hizo de todos modos y mientras Garithos se propuso ordenarles que abandonaran su ciudad, al haberla recuperado como se habían propuesto, Sylvanas ordenó al señor del terror que también le ejecutara a Garithos para posteriormente reclamar para sí la Ciudad de Lordaeron.
Alertados por la numerosa presencia de una facción de muertos vivientes que se hacían llamar los Renegados, Alexandros Mograine y el resto de Caballeros de la Mano de Plata tomaron posesión de un monasterio en los Claros de Tirisfal. Del mismo modo, se aliaron a Lord Valdelmar de la Mano de Tyr con tal de poder prestarse ayuda mutuamente para poder sobreponerse a las amenazas que suponía la Plaga y esta nueva fuerza conocida como los Renegados. Sin embargo, durante un ataque a la ciudad de Stratholme, el Gran Cruzado Saidan Dathrohan fue sorprendido por el señor del terror, Balnazzar, quien seguía vivo pese a la supuesta muerte que Varimathras le había dado frente a Sylvanas. Balnazzar acabó con su vida y adoptó su forma para disfrazarse e infiltrarse entre los paladines, comenzando a corromper la Orden desde su interior.
Vislumbrando la amenaza que Alexandros Mograine suponía para los Renegados antes de que sus planes pudieran rendir frutos, Varimathras arregló junto a Balnazzar la muerte del Alto Señor a manos de su hijo Renault, a quien el falso Saidan Dathrohan comenzó a manipular con tal de cumplir sus deseos. El plan de ambos demonios tuvo éxito y después de que Renault matase a su padre, la Orden de los Caballeros de la Mano de Plata se reformó en lo que sería conocida como la Cruzada Escarlata, una facción que se encargaría de combatir todo el mal que habitara en las Tierras de la Peste por cualquier medio que fuera necesario y a cualquier precio, además de repudiar a todo quien no fuese un humano dentro de sus filas. No obstante, algunos paladines no estaban dispuestos a tomar una postura tan extrema y Lord Maxwell Tyrosus, junto a otros más de los suyos, decidieron abandonar la Cruzada Escarlata y fundaron el Alba Argenta, que, aunque persiguieran los mismos motivos, no adoptarían una posición tan privilegiada y cerrada hacia la humanidad, admitiendo a cualquiera que compartiera sus ideales sin importar su origen.
Por otro lado, en el Reino de Ventormenta, poco tiempo después de la Tercera Guerra y lo ocurrido en Theramore, el Rey Varian se embarcó hacia la ciudadela en Kalimdor con el objetivo de discutir con Lady Jaina Proudmoore las relaciones entre la Horda y la Alianza, pero el Rey nunca arribó a los puertos de la ciudad-estado pues fue abducido por los Defias durante su trayecto y trasladado a la Isla de Alcaz, donde seria retenido como prisionero. A causa de su secuestro y el desconocimiento de su paradero, Lady Katrana Prestor aconsejó que el joven príncipe Anduin Llane Wrynn fuese nombrado Rey de Ventormenta a su corta edad de 10 años con tal de poder preservar el orden dentro del reino, mientras que Lord Bolvar Fordragon era nombrado Señor Regente de Ventormenta hasta que el Rey Varian pudiera regresar o bien, el príncipe alcanzara la edad de ascensión al trono.
La Cruzada Ardiente
A pesar de los problemas internos que estremecían al Reino de Ventormenta desde su interior, tales como la creciente amenaza de los Defias o la presencia de los orcos rocanegra en las Montañas de Crestagrana, el Reino de Ventormenta fue capaz de organizar una fuerza expedicionaria de la Alianza una vez el Portal Oscuro fue reabierto, se llevaron una muy grata sorpresa al descubrir que la Expedición de la Alianza enviada a Draenor por el Rey Terenas tras la Segunda Guerra, con tal de poner fin a la Horda después de que estos volvieran a reaparecer en Azeroth, siguiera con vida y manteniendo algunas de sus posiciones, aunque bajo el nombre de los Hijos de Lothar. Auto denominación que tomaron en honor al Gran General caído a manos de Orgrim Martillo Maldito. No obstante, si bien Danath Trollbane, Kurdran Martillo Salvaje y el Archimago Khadgar se hallaban con vida, los destinos del Gran General Turalyon y la Capitán-Forestal Alleria Brisaveloz le eran desconocidos al resto, incluso a su propio hijo, Arator el Redentor, quien se encontraba en el Bastión del Honor en la Península del Fuego Infernal al otro lado del Portal Oscuro.
Tiempo después, una gran ceremonia se celebró en la Ciudad de Ventormenta para recibir al Rey Varian de vuelta en el reino. Se decía que el Rey había sido retenido como prisionero de los Defias y exigido un rescate, uno del cual la población había pagado tras imponérsele un nuevo y exagerado impuesto. Sin embargo, a su regreso, el Rey prefirió seguir gastando el dinero de su pueblo antes que atender los asuntos de Estado relativos a su reino.
Pocos días después, el Rey recibió al Señor Feudal Magni de Forjaz, con quien discutiría asuntos militares relativo a los orcos rocanegra y los enanos hierro negro, pero lejos de prestar atención, el Rey se mostró de lo más desinteresado en ello y prestó atención al consejo de Lady Prestor, de quien parecía estar enamorado, decidiendo no prestar apoyo militar a los enanos. Decepcionado y molesto con la elección, el Señor Feudal de Forjaz se marchó de la ciudad afirmando que el Rey actuaba de forma extraña, un sentimiento que fue apoyado por el príncipe Anduin al presentir también que había algo extraño en su padre.
El extraño comportamiento del Rey de Ventormenta continuó hasta que un día, una persona muy similar a él entró por las puertas de la Ciudad de Ventormenta acompañado por un elfo de la noche, una elfa de sangre y un oficial del Ejército de Ventormenta, provocando la desesperación en Lady Katrana, quien ordenó a la guardia que se reunieran y arrestaran a los visitantes, incitando que el Rey Varian replicase que estaba faltando a la cadena de mando militar y que tampoco era ella quien se hallaba al mando del reino. Sumado a ello, la sorpresa de Lady Katrana y de todos los presentes no fue menor cuando el desconocido entró en el Castillo de Ventormenta y se presentó como un hombre exactamente igual al Rey Varian, solo que con un aspecto más aguerrido y desaliñado, indicando que la conspiración de Katrana llegaba a su fin y desveló su verdadera identidad: Onyxia.
Descubierta ante el resto, Onyxia adoptó su verdadera forma de dragón antes de convertir a algunos guardias en dragonantes los cuales atacaron a los dos reyes y sus acompañantes. Pero el combate fue más allá cuando el Rey Varian y su igual, Lo’gosh, se combatieron el uno al otro antes de que el Señor Regente Fordragon y el príncipe Anduin llegasen a la cámara. Al ver a su padre dividido en dos, el príncipe no pudo evitar sorprenderse, pero intentó hacerles razonar de la presencia del enemigo común que habían de combatir antes de que Onyxia le secuestrara y se lo llevara consigo, tentando a Varian a ir a su encuentro.
Sin mayor espera, el Rey Varian y Lo’gosh se embarcaron hacia la guarida de Onyxia a Marjal Revolcafango acompañados del Ejército de Ventormenta, no obstante, antes del encuentro final, ambas partes del mismo hombre se reunieron con Lady Jaina Proudmoore, quien les hizo entrega de las espadas élficas de Shalla’tor y Ellemayne, las cuales, como el propio Rey Varian, se fusionarían en una sola espada después de que en medio de la batalla contra Onyxia, Varian y Lo’gosh volvieran a reunirse en uno solo antes de dar muerte a la dragona y trasladarla como un trofeo de guerra hacia el Reino de Ventormenta.
Tras su regreso victorioso a Theramore, el Rey Varian fue solicitado en una cumbre de paz entre la Horda y la Alianza, a realizarse en la misma ciudad por Lady Jaina Proudmoore, tal y como era su misión inicial antes de ser secuestrado. Al principio, el Rey no se mostró muy dispuesto a ello, pero terminó accediendo después de que su hijo Anduin y su compañera, Valeera Sanguinar, le convencieran de que una alianza humano-orca podría resultar beneficiosa para su reino.
Durante la cumbre, el Rey Varian conversó con el Jefe de Guerra Thrall de asuntos concernientes a su pasado y después, el problema de recursos que afectaban a sus respectivas naciones, la cual era un motivo de las tensiones entre la Horda y los Elfos de la Noche en Kalimdor. Con tal de apaciguar dicha tensión, el Rey ofreció madera al Jefe de Guerra y este, a cambio, le entregaría cobre y bienes exóticos. Sin embargo, la cumbre de paz hubo de terminar antes de lo previsto debido a la presencia de la Plaga cerca de Villadorada y Costasur. Sin embargo, antes de que Varian pudiera marchar, el Culto del Martillo Crepuscular irrumpió en la cumbre y empleando a la asesina de su padre, Garona, intentarían darle el mismo destino a él. Al verla, Varian creyó que aquello era un intento de la Horda de acabar con el último de los reyes de la Alianza, y aunque lograron repeler el ataque, las acusaciones continuaron al mismo tiempo que Garrosh Grito Infernal, quien acompañaba a Thrall en la cumbre, realizaba las mismas acusaciones contra la Alianza. No obstante, el Rey decidió investigar los sucesos pese a sus sospechas hacia la Horda e interrogo personalmente a Garona, pero lo único que obtuvo fue que su misión no era solo asesinarlo a él, sino a su hijo también. Varian intentó ejecutar a Garona, pero Jaina intervino señalando que era una prisionera de Theramore y no de Ventormenta.
Con temas más acuciantes tales como la presencia de la Plaga cerca de su pueblo, Varian abandonó la Isla de Theramore no sin antes indicar que regresaría para supervisar la ejecución de la asesina.
La Guerra contra el Rey Lich
Después de su regreso a la Ciudad de Ventormenta, el Rey Varian se dispuso a preparar su fuerza invasora hacia Rasganorte con la ayuda de Bolvar Fordragon. Sin embargo, antes de poder dar inicio a la campaña hubo de repeler una invasión a gran escala de la Plaga sobre sus fronteras y su ciudad capital. Solo tras lograrlo, ordenó la movilización a gran escala de la Expedición de Denuedo al norte y cuando el tiempo fue el adecuado, encargo al Alto Señor Bolvar Fordragon supervisar la construcción de una base a las puertas del propio Rey Lich en la Puerta de Cólera.
Desgraciadamente, cuando la victoria parecía estar al alcance de la mano y las fuerzas de la Alianza al mando del Alto Señor Bolvar convergiendo con las de la Horda al asaltar la Puerta de Cólera, una facción de renegados liderados por el Gran Boticario Putress desato la nueva plaga sobre los ejércitos de la Alianza, la Horda y la Plaga por igual, ocasionando cientos de bajas en ambas facciones, incluidas la del Alto Señor.
A raíz de lo ocurrido en la Puerta de Cólera y sabiendo que los Renegados formaban parte de la Horda, el Rey Varian preparó sus ejércitos y marchó hacia el norte hasta adentrarse en la ciudad de Entrañas con tal de tomarla para la Alianza y recuperar Lordaeron, tal y como dicho reino hizo con el suyo. No obstante, cuando llego el momento de confrontar a Thrall y al resto de la Horda en el salón del trono, Lady Jaina Proudmoore teletransportó al Rey y a sus fuerzas de vuelta a Ventormenta. Aunque esto de poco y nada sirvió, pues la guerra entre la Horda y la Alianza había comenzado.
La guerra contra la Plaga ha cobrado cientos de víctimas hasta el momento en que la Alianza se prepara a marchar sobre Corona de Hielo, y es el Reino de Ventormenta el cual ha debido de sufrir el mayor número de bajas, pero lejos de amedrentarse por ello, el Rey Varian continua desafiante ante el Rey Lich, confiando en que podrán derrotarlo antes de que la oscuridad pueda resultar más fuerte que la humanidad una vez más.
Redacción: Dsaille
Supervisión y Corrección: Natea, Cemotucu e Idril