En el anterior episodio de la historia de Thrall vimos su llegada a Kalimdor, la tierra que le prometió Medivh para los suyos y su unión frente a otras razas para formar la Horda que conocemos hoy en día, pero su viaje no acabaría allí. Tras encontrar al Profeta, tendría que regresar a los Baldíos para salvar a su amigo y a todo Azeroth de la extinción.
La salvación de Grommash
Tras haber encontrado al Profeta, Thrall tuvo que volver a los Baldíos ya que Medivh le había advertido de que Grommash volvería a caer a sucumbir ante la corrupción de los demonios. A pesar de que Thrall hizo todo lo posible para llegar a tiempo, fue demasiado tarde. Cuando llegó pudo contemplar como sus propios hermanos se alzaban en armas contra él. Tenían como aliados a abisales, guardias viles y todo un amplio repertorio de demonios.
Con la ayuda de Cairne, Thrall se abrió paso entre los orcos hasta llegar a Grommash. Su viejo amigo le dijo entonces que habían bebido voluntariamente la sangre de los demonios a pesar de que estarían sometidos a su yugo. Querían ser mas fuertes y mas poderosos y la libertad no era lo suficientemente importante como para renunciar a las otras virtudes. Thrall se enfadó por esa confesión, el mismísimo orco que había sido su amigo durante mucho tiempo y que había guiado a su raza a través del mar para tener un futuro mejor ahora amenazaba con condenarles a todos.
Lucharon durante un tiempo pero finalmente, Thrall se impuso en el combate. Capturó el alma de Grommash en una Gema de Alma que le había dado Medivh anteriormente y la llevó hasta su base donde, mediante una serie de rituales chamanísticos y magia, le sustrajo toda la corrupción a Grommash y le devolvió a su estado anterior. Grom comprendió su error y trató de disculparse, pero había hecho algo demasiado grave como para que unas simples palabras solucionasen la situación.
A pesar de todo, Mannoroth (el demonio que había corrompido a los orcos en ambas ocasiones) seguía vivo y mientras fuese así, la amenaza seguiría estando presente por lo que Thrall y Mannoroth fueron al Barranco del Demonio para acabar con su vida. Cuando llegaron, se les apareció el demonio por la retaguardia y Thrall fue el primero que se dispuso a atacarlo. Sin embargo, Mannoroth paró su ataque y le aparto del combate, quedando solo Grommash. Grom sacó toda la fuerza interna que tenía para asestarle un golpe fatal al demonio y con toda su voluntad de acabar con su vida, le clavó la Aullavísceras en el pecho. Mannoroth estalló en una explosión que mató a Grommash pero justo antes de morir, se redimió con ese noble acto, matando al opresor de su pueblo y garantizando que su pueblo nunca más vuelva a estar corrupto.
La batalla del Monte Hyjal
Tras la muerte de Grom, Thrall y Jaina regresaron a Vallefresno. Fue entonces cuando los elfos aparecieron acusándoles de la muerte de Cenarius. El conflicto fue inevitable por lo que orcos y humanos acabaron enfrentados contra los elfos por la construcción de un asentamiento. Todo Vallefresno se encontraba en una situación precaria ya que muchas razas combatían entre sí por la supremacía del continente.
Días más tarde y con la lucha aún presente, Thrall tuvo otra visión del Profeta en la que le indicaba que debía de ir al Monte Hyjal, a sus bajos para defender al mundo de la sombra y que al mismo tiempo, Jaina tenía que ir con él. El orco lo hizo sin dudarlo pero para su sorpresa, tanto Tyrande como Malfurion también estaban allí. Estaban apunto de entrar en combate cuando Medivh apareció y les suplicó que se uniesen, que dejasen atrás las diferencias y los conflictos que hayan podido haber entre sus razas para salvar el mundo de la Legión Ardiente.
Tyrande y Malfurion no estaban muy contentos de tener que hacerlo, pero comprendieron que era para lograr un objetivo más importante que esos recelos y aceptaron. Juntos, idearon un plan para defender el Árbol del Mundo.
Las tres razas se reunieron a lo largo del único acceso al Árbol del Mundo y repartieron sus fuertes para poder abarcar el mayor terreno posible. Sin embargo, las fuerzas de Archimonde eran muy poderosas y era solo cuestión de tiempo que los defensores de Hyjal cayesen por lo que poco a poco se tuvieron que ir replegando. Cuando llegó a la base de Thrall fue directamente a por el orco, menospreciando al resto y burlándose de ellos por su poca voluntad a lo que Thrall le respondió atacándole y esfumándose en el acto junto con todos los suyos.
Archimonde logró llegar al Árbol del Mundo pero ya era demasiado tarde, Malfurion invoco a cientos de Fuegos fatuos que acabaron con Archimonde. Azeroth se había salvado por el momento gracias a la unión de esas 3 razas.
La fundación de Orgrimmar y el asalto a Theramore
Tras la batalla del Monte Hyjal, Thrall y su gente viajaron hasta la zona mas oriental de los Baldíos, donde fundaron Durotar. Los taurens establecieron su hogar en Mulgore y los trols en las Islas del Eco. Así pues, comenzó la construcción de Orgrimmar. Un día, apareció un semiorco llamado Rexxar, el cual había intentado salvar a un orco de unos jabaespines pero no lo había conseguido. Thrall le dio la bienvenida a sus tierras y le pidió ayuda para construir su ciudad. Rexxar lo hizo y estuvo ayudando a Gazlowe con el subsuelo de Orgrimmar, a Rokhan con los exteriores y a Chen Cerveza de Trueno en diversas tareas.
Al poco tiempo, llegaron rumores de que los humanos se habían adentrado en Durotar con la intención de destruir a la raza de los orcos. Thrall y Rexxar quedaron en secreto con Jaina y la maga les reveló que no era culpa suya, sino de su padre, Daelin Valiente. Daelin siempre había odiado a los orcos y los culpaba de todos los males que asolaban al mundo.
Había reunido a toda la flota de Kul’tiras en Theramore para asestar el golpe definitivo a los orcos. Sin embargo, Thrall, Rexxar y toda la Horda se reunió con antelación allí para acabar con la vida del Almirante y tras una larga lucha por toda la ciudad, Daelin Valiente cayó.
Con la muerte del Almirante de Kul’tiras, los orcos de Durotar estarían a salvo durante unos años, hasta que la sombra volviese a caer sobre su mundo.