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Historias de Azeroth: llegando a Vanilla

Con la casi aniquilación de la Alianza de Lordaeron por completo, la formación de una nueva Horda por la unión de los Taurens y Trols Lanza Negra a los Orcos y la oposición de un grupo respecto al otro, empezaba en Azeroth un reordenamiento político que afectaba tanto a los Reinos del Este como a Kalimdor.

En poco tiempo, el mundo conocido se divide entre las dos facciones, que se mantendrán teóricamente en paz, aunque las hostilidades no cesaran por completo. En lo que a Rasganorte y Pandaria se refiere, no sufrieron cambios en esta etapa. En esta ocasión veremos los acontecimientos que configuran el mapa tal y como nos lo encontramos en el primer World of Warcraft.

La Horda

Terminada la guerra, el Jefe de Guerra Thrall guía a su gente hacia los áridos terrenos del actual Durotar, en la costa oriental de Kalimdor. Por decisión suya, empieza allí la construcción de lo que será una gran ciudad de orcos. La zona de Durotar no era muy agraciada con recursos naturales, todo lo contrario que el bosque de Vallefresno, extraordinariamente cerca. Aunque los orcos contaban ya con un gran asentamiento aserradero en los bosques élficos, el Jefe de Guerra prefiere el difícil clima de Durotar en su lugar, a modo de castigo para su pueblo, pero también como muestra de superación. Por otro lado, tampoco quería empeorar las relaciones diplomáticas con los Elfos de la Noche, enfadados por la tala de árboles que todavía ahora continúa.

RexxarEs en este contexto que aparece Rexxar, acompañado de su fiel compañera Misha. Rexxar pertenecía a la raza de los Mok’nathal y había llegado a Azeroth por el Portal Oscuro, entrando junto a la primera horda. Por sus propios medios había alcanzado Kalimdor y desde entonces había llevado una vida solitaria, sin más compañía que los animales. Por pura casualidad, entrará en contacto con la raza orca una vez más y tomará la decisión de dejar atrás esa vida para volver a la civilización. Su ayuda será bien recibida en una Orgrimmar todavía a medio construir y con unos alrededores todavía poco controlados.

Sin embargo, el mayor peligro vendrá del exterior. La flota del reino humano de Kul’Tiras llegará a las costas de Kalimdor buscando a la hija de su Almirante, la misma Jaina Valiente. El Almirante todavía recordaba los días de la Segunda Guerra y mantenía intacto el odio hacia los orcos, quienes causaron innumerables muertes en las dos guerras. Rexxar tuvo que apresurarse a las Islas del Eco, el lugar en que los Trols Lanza Negra habían establecido su nuevo hogar, pero que ahora se habían convertido en el primer objetivo de la flota humana, al venir esta desde el este. Los Trols no tenían ninguna posibilidad ante un ataque desde el mar, por lo que tuvieron que abandonar las Islas y establecerse en la costa de Durotar, al sur de Orgrimmar.

Vol’jin aconsejó a Rexxar, acompañado por el explorador Rokhan y el maestro cervecero Chen Cerveza de Trueno, pedir ayuda a los Taurens. Sin duda el Jefe Cairne Pezuña de Sangre acudiría a la llamada de socorro de Thrall, debido a que éste les salvo de una segura muerte en los Baldíos. Ya antes del final de la Tercera Guerra, Cairne había decidido que su hogar debería ser Mulgore, una tierra mucho más habitable que no los Baldíos. Sin embargo, ni siquiera allí estuvieron a salvo de los Centauros. Éstos capturaron a Baine, su hijo y perdió toda su voluntad de luchar. Rexxar tendría que rescatar al pequeño tauren si quería su colaboración en la batalla venidera.

Con Baine de regreso a Cima del Trueno (todavía en construcción), Cairne parece rejuvenecer y comunica a sus tropas ha llegado la hora de luchar. No obstante, el Jefe se adelanta a sus tropas y acompaña a Rexxar de camino a Durotar. Allí, Rexxar decide partir nuevamente, esta vez hacia Marjal Revolcafango, muy cerca de Theramore, ciudad que visitó no hace mucho en un intento de solucionar las hostilidades pacíficamente. En esa tierra pantanosa, el mok’nathal espera ganarse el favor de la tribu de ogros que la habita y lograr así un poderoso aliado. Sin embargo, el líder ogro no está dispuesto a pelear junto a los orcos, por lo que Rexxar ha de ganarle en un duelo a muerte y convertirse en el nuevo líder del clan. De esta manera, los ogros de Marjal se unen a la Horda.

Cima del TruenoLa fuerza conjunta de Ogros, Taurens, Trols y Orcos es más que suficiente para hacer expulsar al ejército de Kul’Tiras de las costas de la Horda. Derrotadas, las fuerzas del Almirante se fortifican en Theramore, muy a pesar de Jaina. Thrall se ve en obligación de asediar la ciudad humana, ya que Daelin Valiente no dejará de atacarles. La Horda procura no dañar a los habitantes y soldados de la ciudad que se han visto involucrados en el conflicto y se centra únicamente en cortar la cabeza a la serpiente. Con la muerte del Almirante, el asedio de la ciudad termina. Todos regresan a sus hogares, creyendo que todo ha terminado. Desgraciadamente, la mentalidad del Daelin Valiente penetra en algunos de los soldados de Theramore y poco a poco las deserciones dentro del ejército de la ciudad se incrementan.

Este acontecimiento une más que nunca a los Orcos, Trols y Taurens, que ven que no podrán sobrevivir por separado ante los peligros de Azeroth. Lo mismo ocurre con los Renegados, en el otro lado del mar. La Reina Alma en Pena Sylvanas es consciente de que sus fuerzas son escasas. Los Renegados, a pesar de ser la fuerza hegemónica en Lordaeron, son incapaces de borrar la peste de la plaga, que está muy cerca de sus territorios. Por si eso fuera poco, los humanos de Ventormenta están dispuestos a limpiar Lordaeron de la muerte que la domina; la superioridad militar de los humanos pone en grave peligro a todos los Renegados. Por ello, Sylvanas hace un estratégico movimiento al solicitar la entrada a la Horda. Con la Horda a sus espaldas, la Alianza no se atreverá a invadirles.

Por último destacar que los Lanza Negra regresaron a las Islas del Eco una vez la batalla con el ejército de Kul’tiras terminó y los mares se volvieron seguros. Desgraciadamente, disfrutaron poco tiempo de su hogar, ya que Zalazane, el amigo de la infancia de Vol’jin, y el médico brujo más poderoso de la tribu, enloqueció. Haciendo uso de su mágia, controló mentalmente a un gran número de Trols, superando en número a la resisténcia. Vol’jin ordenó la retirada, y los Lanza Negra se establecieron de nuevo en Durotar.

Lordaeron

Ganada la guerra civil, Sylvanas y los Renegados se configuran como el poder más fuerte en el territorio de Lordaeron. Su alianza con la Horda es crucial para su supervivencia, pues un ataque de los reinos del sur acabaría rápidamente con sus fuerzas. De todas formas, el mayor peligro era el más cercano: la Plaga y los persistentes humanos.

Kel’thuzad había recibido la orden de Arthas de proteger su reino en su ausencia, antes de que éste marchara a Rasganorte. Si bien Kel’thuzad había perdido ante los Señores del Terror y Sylvanas después, habiéndose de retirar a las zonas más orientales de Lordaeron, continuaba siendo toda una amenaza. La plaga contaba con fuertes plazas en las Tierras de la Peste, y cuánto más te acercabas a Stratholme, más peligroso se convertía el camino. En realidad, el territorio de los Renegados terminaba en Tirisfal, y a partir de ahí empezaba el reino de la Plaga en su mayor parte.

Alba ArgentaSin embargo, había otra fuerza luchando en el oeste: los humanos. Después de la muerte de Alexandros Mograine, traicionado por su engañado hijo Renault, la Mano de Plata (la resistencia), se había fragmentado en dos facciones con una ideología diferente. Si bien ambas querían recuperar Lordaeron, diferían en muchos aspectos, lo que causó su ruptura. Por un lado estaba el Alba Argenta, quién se hizo fuerte en las Tierras de la Peste del Oeste, siendo la Capilla de la Esperanza de la Luz su centro de operaciones. El Alba Argenta había abierto sus puertas a todas las razas, pues consideraba que todos podían participar en la lucha contra los muertos vivientes. Su decisión más importante, fue aceptar a los Renegados como seres independientes, racionales y distintos de la Plaga. Como tales, se les permitió formar parte de la Orden.

En el otro grupo estaba la Cruzada Escarlata, mucho más radical en sus métodos y menos comprensiva que su hermana Argenta. Los Cruzados se adueñaron del Monasterio, en Tirisfal, y lograron capturar todas las pequeñas fortificaciones, representando un serio problema para Sylvanas. Fueron, de las dos facciones humanas, la más numerosa. Prueba de ello es su presencia tanto en Tirisfal como en las Tierras del Oeste, ocupando Vega del Amparo y la Mano de Tyr. Aunque su mayor logro fue lograr una presencia dentro de la misma Stratholme, capturando y defendiendo una parte de la ciudad. Su principal diferencia con los del Alba Argenta fue su consideración de «infectado» para todo aquél que no estuviera con ellos: incluso los humanos fueron tachados de enemigos. Por tanto, las otras razas tampoco fueron vistas con buenos ojos. Los Cruzados se cerraron en si mismos.

La Alianza

DarnassusLa vieja Alianza de Lordaeron ha muerto. Solo Kul’tiras y Forjaz continúan existiendo, por lo que el nombre carece ya de sentido. Sin embargo, el sentimiento de unidad no ha desaparecido, por lo que otro pacto ocupa su lugar. Con Ventormenta restaurada desde antes de la Tercera Guerra, se establece la nueva Alianza, principalmente entre humanos y enanos, ya que los Altos Elfos fueron expulsados por el General Garithos y no se llegó a nuevos acuerdos. A ellos se une la nación humana de Theramore, por razones obvias y por representar para la Alianza una plaza estratégica en Kalimdor.

La raza de los Gnomos, que no participó en la Tercera Guerra directamente, aunque si proporcionó apoyo con algunas de sus últimas creaciones mecánicas, perdía su capital, Gnomeregan, después de mucho tiempo luchando en solitario. Los Troggs habían conseguido penetrar en la ciudad y por ese túnel entraron sin parar. Los gnomos lucharon hasta el final pero se vieron superados. Como último recursos, toda Gnomeregan es llenada de gas tóxico, con la intención de matar a los invasores y luego limpiarlo todo de gas. Nadie hubiera podido pensar que los Troggs sobrevivirían pero que muy al contrario los Gnomos atrapados mutaron y se volvieron hostiles. Los supervivientes se reunieron en Forjaz, uniéndose a la Alianza y deseando poder recuperar su capital.

De la misma manera que los Renegados se unían a la Horda, lo hacen los Elfos de la Noche a la Alianza. Aunque tanto orcos como humanos ayudaron a los Elfos en Hyjal, y por tanto esta raza les está agradecido, las transgresiones de los orcos influyeron de forma decisiva en la decisión final de esta raza milenaria. El clan Grito de Guerra había matado al semidiós Cenarius y construido un aserradero en Vallefresno; la tala de los árboles sagrados no había finalizado, pues la Horda necesitaba madera, y en el bosque había empezado una pequeña escaramuza entre las dos razas. Muy probablemente Tyrande suponía que la paz con los orcos no podía durar mucho tiempo y tomó la decisión de unirse a la Alianza, en un intento de asegurarse protección, al igual que Sylvanas.

VarianPero Jaina estaba decidida a llegar a una paz que durase lo máximo posible. Para ello era necesário que los líderes de las dos facciones: Thrall y Varian Wrynn, se reunieran. Naturalmente, Varian no iría a Orgrimmar, del mismo modo que Thrall no se arriesgaría a entar en Ventormenta. Aunque un ataque desencadenaría automáticamente la guerra, ninguno de los dos pensaba correr ese riesgo. Consciente de ello, Jaina ofreció Theramore como emplazamiento ideal para el encuentro. Al final, Varian aceptó y se embarcó rumbo Theramore desde Ventormenta. Dejaba a su hijo Anduin, muy pequeño, en la capital, y a Lady Katrana y Bolvar como regentes del reino en su ausencia.

Varian nunca llegó a su destino, pero tampoco regresó. Su navío había sido atacado por los nagas y el rey había sido hecho prisionero. Durante algunos años, no se supo nada del monarca de Ventormenta y el reino quedó al cargo de su hijo, que fue coronado para mantener la estabilidad. Aun sin esa reunión con Thrall, la paz se mantuvo, aunque es verdad que hubieron escaramuzas en puntos conflictivos como Vallefresno, Arathi y Alterac, por el control de las respectivas zonas.

Montaña Roca Negra

Después de perder la batalla en la Segunda Guerra, los orcos Roca Negra supervivientes volvían a ocupar la montaña, que hasta ese momento había sido su fortaleza más importante. Pero allí habían habitado, y continuaban haciéndolo, los Enanos Hierro Negro, después de que fueran expulsados de Forjaz mucho tiempo atrás. Ambas razas terminaron aliándose con poderes superiores a ellos, y también más oscuros.

RagnarosLos Roca Negra, liderados por Rend Puño Negro, hijo del primer Jefe de Guerra que hubiera existido, trabó una alianza con Nefarian, hijo de Alamuerte. Esta no era la primera vez que los orcos pactaban con los dragones negros. Nefarian quería una base para experimentar con los dragones, pero también deseaba destruir el reino humano de Ventormenta, por lo que los Roca Negra, tan cerca de allí, iban a ser los peones perfectos. Su hermana Onyxia se ofreció a ayudarle, infiltrándose en lo más alto de la nobleza humana, en forma de Lady Katrana Prestor. Siempre desvió la atención de Ventormenta de la montaña y los orcos, para dejar vía libre a su hermano.

Por el otro lado, los Hierro Negro servían, muy a su pesar, al Señor del Fuego, en la parte más interior de la montaña. Ragnaros, el segundo más poderoso de los señores elementales, había sido invocado por Thaurissian durante la Guerra de los Tres Martillos, siglos atrás. Rápidamente sometió a los enanos, a los que podría haber aniquilado rápidamente, pero a los que esclavizó para que continuaran excavando. Siempre en guerra con los Roca Negra, Ragnaros deseaba incrementar sus fuerzas (todavía encerradas en el plano elemental del fuego) para ver el mundo arder.

 

Written by Blosc

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Resumen Semanal WowChakra 28 Abr – 04 May