Blizzard nos ha sorprendido en estas navidades con un villancico narrado en varias partes. Aquí tenemos la tercera parte de la historia.
Pastos de Bosquehumeante presenta: una presentación de Pastos de Bosquehumeante de Un villancico del festival de invierno, gentileza de Pastel de macedonia y carne de Graccu, ¡duran para siempre! “¡Quien controle al pastel, controla al mundo!” Narrado por el mismísimo Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante.
¡Soy Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante, aquí listo de para continuar con el especial de Pastos de Bosquehumeante! Lo que les estoy contando es una historia importantísima. ¡Podría cambiar sus vidas! Incluso podría SALVAR sus vidas. Así que presten atención mientras continúo desde donde me quedé. Era la una y media de la mañana. Garronero no estaba contento con la interrupción de su contar de dinero o de sus sueños sobre más delicias de Pastos de Bosquehumeante. El primer espíritu ya había venido y se fue, y esperaba al siguiente.
El renegado financiero Garronero miraba fijamente al reloj de la pared. Cada tic tac sonaba más fuerte que elclin clin clin de su oro. Lo irritaba, pues no tenía idea de cuánto podría darle al mundo de Azeroth, especialmente a Pastos de Bosquehumeante. Nosotros los de Pastos de Bosquehumeante estamos determinados a persuadirlo, y estábamos seguros de que el segundo espíritu sería nuestro pase hacia la victoria.
invierno avasalló sus oídos y una alegre voz lo llamó. Esto, claro, no lo alegró para nada, y ante él se reveló una figura: El Gran Padre Invierno, rebosante de espíritu positivo. Garronero dio un paso atrás y trató de alejarse más, pero se dio cuenta de que no se podía mover.
—Entonces, ¿eres el espíritu del Festival de invierno presente?
—Un destello iluminó la mirada de la nueva visita.
—Dime, ¿nos vamos ya? —Clamó el espíritu mientras saludaba a Garronero. —¡No tenemos toda la noche! Tenemos cosas que hacer, gente a la que ver, delicias de Pastos de Bosquehumeante que… ¡deleitar! —Y de nuevo, el Padre Invierno soltó una carcajada; de esas cacofonías alegres que irritaban a Garronero.
Lo siguiente que supo Garronero fue que se encontraba en el Festival de invierno de su sobrino Ted. Una vista tan triste que incluso afligió al helado corazón de Garronero. Sobre la mesa, no había nada más que un solo jamón festivo cubierto de miel de Pastos de Bosquehumeante (aunque al menos parece que tuvo la decencia de tener licor burbujeante de Bonvapor también). La familia de Ted parecía reír y jugar alguna clase de juego, seguramente para distraerse del hecho de que no tenían muchas delicias de Pastos de Bosquehumeante.
El Gran Padre Invierno hizo un gesto a Garronero y dijo: —Vamos a acercarnos un poco, ¿sí?
Garronero sintió que lo halaban, y en un abrir y cerrar de ojos, se encontraba dentro de la casa de su sobrino. Los sonidos de las risas y los juegos lo obligaron a cubrir sus oídos con sus manos.
—Espíritu, ¿por qué me obligan a sufrir de esta manera? Esto no puede considerarse una fiesta. No tienen Pastel de carne casero de Graccu ni Ternera picante.
Garronero entrecerró su mirada y observó al Gran Padre Invierno. —Ni siquiera tienen de tu Cerveza del Gran Padre Invierno. ¿Cómo puedes permitir eso?
El Gran Padre Invierno se sonrojó ligeramente de furia mientras se inclinaba hacia Garronero. —Por supuesto que esta fiesta tiene una falta inexcusable del espíritu festivo de Pastos de Bosquehumeante… Algo que TÚ habrías podido remediar fácilmente, me atrevería a decir. ¿Acaso no tienes suficiente oro entre tus arcones?
Garronero frunció el ceño y se cruzó de brazos.
Comenzó a hablar de nuevo pero Garronero sintió de nuevo esa sensación familiar de ser transportado hacia otro lugar. Ya que no solía viajar en portales (Garronero siempre aborreció la idea de darle propinas a los magos por sus servicios), su constitución apenas podía tolerar la teletransportación. Mientras recupera la postura, ¡vayamos a unos comerciales!
Brrr… hace frío allá afuera, pero puedes calentarte mientras demuestras tu lealtad hacia la Horda o la Alianza. ¡Pueden usarse para tiendas de acampar, bloquear visiones fantasmagóricas, picnics, y mucho más! ¡Obtén la tuya ahora!
Garronero se encontraba frente a la ventana de una pequeña casa. Un gesto del Gran Padre Invierno le indicó que se acercara más. Y así hizo. ¿Qué cosa sus curiosos ojos deberían ver? A Bob Gran Corazón. Probablemente el ogro más grande que haya visto.
—Espíritu, ¿por qué mi empleado pasa su tiempo con un ogro?
—El no tan pequeño Tom, su hijo adoptado. Tiene una gran boca que alimentar y apenas le das lo suficiente para que se mantenga cálido en la oficina.
—Patrañas. Mi oficina opera muy sobre el mínimo legal de temperatura. Además, ni siquiera te incumbe, ¿o sí?
El Padre Invierno empujó a Garronero, lo que lo obligó a acercarse más a la humilde choza de Bob. Lo que Garronero tenía a la vista fue peor de lo que imaginaba. No había ni UNA pizca, ni siquiera una miga, ni un suspiro, de los finos productos de Pastos de Bosquehumeante.
—¿Sabías que esto es tu culpa? Si le pagaras más, le alcanzaría para comprar del catálogo de las delicias de Pastos de Bosquehumeante. Todos sufrimos por esto. Sin más oro para sustentar al mercado, Pastos de Bosquehumeante no puede expandir sus ofertas. Nosotros… digo, ellos, ¡apenas y pueden mantener su catálogo actual!
Garronero frunció el ceño una vez más, lo que le dio un destello de esperanza al corazón de oro de este narrador. Parecía que ya casi se daba cuenta de sus errores cuando… el destello se fue.
—Bah. Tonterías.
—Como quieras —dijo el Gran Padre Invierno mientras le daba palmaditas en la espalda. —Espero que puedas hallar a un nuevo empleado así de sencillo.
Se dio la vuelta mientras dejaba atrás a Garronero.
—¡Espera! —Garronero clamó. —¿A qué te refieres con «hallar a un nuevo empleado»? ¡Este me sirve muy bien! ¿Para qué querría uno nuevo?
—¿No es obvio? Si el no tan pequeño Tom no obtiene suficiente comida, se comerá a Bob antes de que se termine el año. Deberás contratar a alguien más, con el nuevo salario mínimo.
Garronero se estremeció. Las regulaciones actuales incrementaron el salario mínimo casi un medio por ciento más. ¡Prácticamente un robo! (Pastos de Bosquehumeante le asegura a sus lectores que todos nuestros empleados reciben un salario justo a cambio de sus servicios).
—¿No hay nada que pueda hacer para evitar ese terrible acontecimiento?
—Por supuesto que sí, Garronero. Tendrás que alimentar a la bestia. Y me permito recomendarte el catálogo completo de Pastos de Bosquehumeante. Digamos… unas diez veces. Eso debería satisfacerlo hasta el siguiente Festival de invierno, cuando Pastos de Bosquehumeante volverá una vez más con delicias exquisitas y manjares.
Garronero frunció el ceño de nuevo y giró la mirada otra vez a la casa de Bob. Sin embargo, antes de que pudiera, sintió esa sensación que lo halaba una vez más, y de pronto, se encontraba cayendo de su cama.
Garronero esperaba la visita de un espíritu más antes de que pudiera librarse de esas pestes. Todavía no comprendía la tan maravillosa oportunidad que se le había otorgado. Aquí, en Pastos de Bosquehumeante, nos enorgullecemos de ofrecer atención al cliente de calidad. De hecho, ¡el Paquete festivo es el mejor que tenemos!
¿Habrá todavía esperanza para Ebonizador Garronero? Veremos qué ocurrirá cuando volvamos a la cuarta parte de Un villancico del Festival de invierno el miércoles 23 de diciembre.