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Villancico del Festival de invierno – Cuarta Parte

Villancico del Festival de Invierno
 

Blizzard nos ha sorprendido en estas navidades con un villancico narrado en varias partes. Aquí tenemos la cuarta parte de la historia.

Fuente

Pastos de Bosquehumeante presenta: Un villancico del festival de invierno – Cuarta parte
Pastos de Bosquehumeante presenta: una presentación de Pastos de Bosquehumeante de Un villancico del festival de invierno, gentileza de Pastel de macedonia y carne de Graccu, ¡duran para siempre! “¡Quien controle al pastel, controla al mundo!” Narrado por el mismísimo Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante.

Se acuerdan de mí, ¿no? A estas alturas, ya somos muy buenos amigos. Soy Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante, y les vengo a seguir contando la historia de cómo un día un miserable financiero no-muerto llamado Ebonizador Garronero se levantó y olfateó (bueno, algo así) el reconfortante aroma del té de jardín verde de Pastos de Bosquehumeante.

Hasta ahora, Garronero había recibido la visita de dos de nuestros socios fantasmas, quienes tenían la esperanza de enseñarle el valor de esparcir el espíritu festivo con la sola compra de nuestro grupo de productos refinados. Sigamos con la historia y averigüemos qué sucede ahora, ¿sí?

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Garronero se sentía un poco molesto debido a las interrupciones incesantes que sufría durante la víspera del Festival de Invierno. Su tradición más añeja, la de relajarse en soledad junto a su oro, se vio interrumpida por unos espíritus, y no hablamos de esos espíritus divertidos y espiritosos como los del licor burbujeante de Bonvapor, claro está, sino de esos espíritus insufribles que se aparecen para mostrarte lo peor de ti y enseñarte una lección. Lo único que le faltaba por hacer era esperar a que lo visitara el último de los espíritus y luego podría regocijarse junto al fulgor resplandeciente de su oro que tanto le costó conseguir.

Garronero apenas pudo acomodarse y disfrutar del clin clin clin de su oro apilado en montones pequeños y prolijos cuando escuchó el sonido de un susurro extraño y profundo. Se había acostumbrado a que los sonidos fueran algo sordos. Sus sentidos ya no eran los mismos luego de… bueno, morir. Y no-morir. Tengo entendido que es una experiencia de lo más desconcertante. Un día estás vivo, al otro día estás muerto, y al siguiente estás no-muerto, pero sigues sin estar vivo… En fin, encontraba algo demasiado familiar en este sonido en particular.

Garronero dirigió su vista hacia la ventana de su habitación y alcanzó a ver una silueta envuelta en una luz plateada. Los susurros extraños parecían emanar de ella; hacían eco y se metían en su cabeza. Enfocó su mirada en la luz abrasadora para ver bien a la figura.

Si Garronero pudiera suspirar, lo hubiera hecho, ya que conocía muy bien al espíritu que tenía frente a él. Todos en Azeroth habían visto alguna vez en sus vidas un ángel de la resurrección (algunos más que otros). Garronero se encontraba probablemente en el 95 por ciento.

El espíritu no dijo ni una palabra mientras descendía en su habitación, ni siquiera para recomendar algunos de los productos más finos y festivos de Pastos de Bosquehumeante (como la rueda de queso festiva). A decir verdad, no sé por qué no la despedimos.

—¿Eres… eres el espíritu del Festival de Invierno que falta por aparecer? Garronero tartamudeaba mientras recordaba la primera vez que había muerto, antes de convertirse en un renegado. Aún lo acechaban los ecos del sacerdote de su grupo que le gritaban cosas como «¡NO TE QUEDES PARADO EN EL FUEGO!», «¡USA TU PIEDRA DE SALUD» y otras frases sin sentido.

Garronero sacudió su cabeza en un intento de deshacerse de tales recuerdos, pero lo único que consiguió fue que una pelusa y dos monedas de plata cayeran de su oído. La pelusa rodó hacia abajo de la cama y desapareció sin demora. Garronero la observó con desdén. Eso al menos explicaba el extraño sonido punzante de sus oídos que sufría últimamente. Además, cómo negarse a algunas monedas gratis.

Su atención retornó al espíritu que tenía frente a él. Asintió con su cabeza, o al menos eso creyó. Resultaba muy difícil darse cuenta debido a la forma rara en que ondeaba y escapaba a su vista.

De repente, Garronero se vio una vez más viajando a través del espacio y tiempo, y cuando quiso darse cuenta, se encontraba junto al espíritu frente a la Señora Goya y su bastón, que parecía estar revisando algunas adquisiciones nuevas para vender en la casa de subastas del mercado negro.

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—¿Qué conseguimos? —preguntó la Señora Goya.

—Un sombrero, unas llaves antiguas, una caja salvaje con algunas cosas del campo de batalla, algunas monturas y unas ropas para dormir apenas usadas.

La Señora Goya estaba quieta, pensativa.

Garronero se dio cuenta de que esos objetos les resultaban conocidos. Esas llaves antiguas solían colgar de su llavero, pero las había perdido hace unos años. La ropa de dormir también le resultó familiar, pero el sombrero… el sombrero es lo que realmente le llamó la atención.

—Espíritu, ¿es ese mi sombrero? ¡Alguien se robó mi sombrero! ¿Fue un pícaro? Odio a los pícaros. Demasiado… cortantes. ¡Exijo que se me devuelva de una vez!

Pero el espíritu seguía suspendido en el aire, mirándolo fijamente. El extraño susurro era perturbador.

—Lo vamos a vender —dijo Goya. —De hecho, ponlo en una de esas cajas ‘sin reclamar’ que se vendieron tanto. Uno nunca sabe lo que un policía puede buscar en estos días. Además, el viejo Garronero no le va a poder dar ningún uso donde está.

Si Garronero hubiera podido seguir percibiendo el frío, hubiera sentido un escalofrío tan intenso que le llegaría al alma… ¡no como a ti! ¡Abriga tu alma con otro producto fino de Pastos de Bosquehumeante, el orgullo de los patrocinadores del Festival de invierno!

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¡Lleva un gatito de ceniza saludando a casa para las fiestas! Le va a dar calor a tu corazón y seguramente a tu hogar también, pero no te preocupes, hay un seguro para eso. Consigue este pequeño canalla fogosoahora y entibia los corazones de todos los que te rodean en este Festival de invierno.

Volviendo a Garronero, obviamente tenía más preguntas para el espíritu, pero no se sentía con ánimos de conversar.

Garronero no se sentía satisfecho con lo que había visto ese día. Lamentablemente, parecía que nuestro último espíritu tenía problemas para transmitir la lección más importante para estas fiestas: «Pastos de Bosquehumeante, ¡compra algunos o a otra cosa!» Creemos que tiene una sorpresa. Espera a sentir el tintineo. ¡Te va a encantar!

Una vez más, la escena en torno a Garronero cambió; ahora, en lugar de la casa de subastas, se encontraba en un cementerio. —Espíritu —dijo. —¿Qué hacemos aquí? Estoy olvidado, no puedo morirme más de lo que estoy. ¿Qué pobre tonto hay aquí?

Observó al espíritu, tenía la mirada fija, un escalofriante susurro rondaba en el aire. Garronero enseguida se dio cuenta de que iba a tener que encontrar la respuesta por sí solo, por lo que empezó a deambular hasta que encontró una tumba con un nombre familiar y leyó el epitafio.

«Aquí yace Bob Gran Corazón… su corazón era tan grande que un ogro se lo comió. Que los restos descansen en pequeñas y deliciosas partes».

Garronero sacudió la cabeza. Su rostro tenía más una expresión de repulsión que de tristeza. Ugh… Flaqueando una vez más. No hay de qué preocuparse, lo voy a reanimar para que pueda volver a trabajar enseguida.

Se volvió hacia el ángel de la resurrección. Si se suponía que esto fuera una especie de lección, no cumplió su objetivo.

—Escucha, ¿así va a ser toda la noche? —preguntó, seguro de que no iba a obtener ninguna respuesta.

Como era de esperar, la única respuesta fue más de ese escalofriante susurro. Garronero decidió seguir deambulando un poco más por el cementerio y se topó con una imagen más que peculiar: un indicador de tumba con su nombre y un agujero en el suelo del tamaño de un ataúd.

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—¿Se supone que esto debería asustarme? ¿No indagaste nada acerca de mí antes de aparecer?

Miró en el agujero y vio piezas de oro sin brillo y etiquetas de Pastos de Bosquehumeante deterioradas en torno a algo que parecía su propio cuerpo, un poco inanimado.

—Espera, ¿cómo puede ser que esté muerto? ¿Existe algo así como muerto-muerto? ¿Remuerto? No tiene ningún sentido. ¿Y qué pasó con todo mi preciado oro? ¿Por qué mi cuerpo está cubierto de etiquetas de Pastos de Bosquehumeante? ¡¿Por qué me tomo la molestia de hacerte preguntas que claramente nunca me vas a contestar?!

Sus preguntas solo obtuvieron un sonido y color escalofriantes como respuesta, y una vez más se encontraba en su habitación.

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Esperamos no haberte asustado tanto esta vez. Ese ángel de la resurrección es una dama siniestra. ¡Únete a nosotros en la mañana del festival de invierno para que podamos completar esta historia mientras abres los regalos del Gran Padre Invierno!

 

 

Written by Epsilon

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