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Villancico del Festival de invierno – Segunda Parte

 

Blizzard nos ha sorprendido en estas navidades con un villancico narrado en dos partes. Aquí tenemos la segunda parte de la historia.

Fuente

Pastos de Bosquehumeante presenta: Un villancico del festival de invierno – Segunda parte
Pastos de Bosquehumeante presenta: una presentación de Pastos de Bosquehumeante de Un villancico del festival de invierno, gentileza de Pastel de macedonia y carne de Graccu, ¡duran para siempre! “¡Quien controle al pastel, controla al mundo!” Narrado por el mismísimo Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante.

¡Soy Guchie Calderilla de Pastos de Bosquehumeante, aquí nuevamente para continuar con nuestra historia! Como recordarán, dejamos a Ebonizador Garronero luego de que lo visitara el fantasma de su antiguo socio, Yardley. Quien no estaba muy contento que digamos porque Garronero no hacía su mejor esfuerzo para compartir las delicias de Pastos de Bosquehumeante. ¿Cómo vamos a aumentar nuestros márgenes anuales de ingresos si la gente no pone de su parte?

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Garronero se sentó en su cama pensando si se había imaginado toda la conversación con Yardley o si en verdad tendría que recibir a más invitados fantasmales. ¡A tres para ser exactos! En verdad no le gustaba mucho la idea, de hecho le irritaba mucho saber que no podría contar su oro toda la noche y en paz como solía hacerlo normalmente.

El reloj en su cuarto comenzó a sonar a la una de la madrugada, su sonido era un recordatorio de la advertencia de Yardley. Garronero esperaba que el primer fantasma apareciera a tiempo para que pudieran visitar al vendedor de Pastos de Bosquehumeante antes de que llegara el siguiente espíritu.

Una luz empezó a aparecer a través de las grandes cortinas que rodeaban su cama. En verdad no necesitaba la comodidad de la cama ni de las cortinas. Probablemente tampoco necesitaba el churumbele de oro sólido, pero eso no impidió que lo disfrutara.

Corrió las cortinas y miró a su alrededor, pero no vio nada fuera de lo común, y luego escuchó una risita que venía desde el suelo. Una gnomo rubia y pequeña con moños en su cabello lo miraba fijamente, sus manos descansaban suavemente frente a ella mientras observaba al financista de los Renegados.

«¡Hola!» dijo la gnomo. Lucía algo familiar, pero Garronero no quería suponer nada. Francamente, a su parecer todos los gnomos eran iguales, pero no se atrevía a decir tal cosa en voz alta. Al menos no desde la última vez.

—¡Soy Chromie! Me alegra verte de nuevo. ¿O es la primera vez…?

Garronero se quedó mirándola mientras ella le hablaba de vórtices de tiempo, anomalías temporales, yuxtaposiciones, o algo así, y un par de patos, pero le era imposible comprender de qué estaba hablando. Al rato, y aburrido de sus palabrerías, Garronero la interrumpió.

—Bueno, ¿eres el espíritu del Festival de invierno del que me hablaron o no?

—Espíritu de… ¡OH! Sí, por supuesto. La misma. Soy Chromie, el espíritu del Festival de invierno del pasado. ¡Estamos atrasados!

—¿Cómo no vas a estar atrasada para el pasado?

—Ah, es cierto, no lo entenderías, —dijo ella, mientras lo tomaba de su túnica en el mismo instante en el que el mundo comenzaba a distorsionarse.

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De pronto, aparecieron frente a una escuela pequeña. Garronero reconoció de inmediato el lugar en donde aprendió por primera vez el maravilloso poder de los números, durante un periodo de su vida marcado tanto por un futuro prometedor como por una gran tristeza. Verán, aún no existía Pastos de Bosquehumeante. No habían Cajas con regalos de Pastos de Bosquehumeante, ni Rueda de queso de vacaciones. Eran tiempos oscuros. Pero había números, bellos y hermosos números llenos de promesas.

—Recuerdo esto —dijo Garronero—. Yo era un muchacho. Recuerdo horas de maravillosa aritmética mientras los otros niños se iban a casa para el Festival de invierno.

—¿Recuerdas esto? Oh, gracias al cielo. ¡Estamos de suerte! Pero sí, es cierto… en verdad nunca te llevaste bien con tus compañeros mientras estuviste aquí. Tu única amiga era una calculadora.

—Sí, eran buenos tiempos.

—Pero no tenías dinero.

—Pues… sí, supongo que esa parte fue terrible —respondió bruscamente Garronero. —¿Me estás mostrando esto por algún motivo, espíritu?

—Oh, en verdad no. A decir verdad, no sabía dónde íbamos a aparecer, así que me alegra que fuese un momento que reconocieras. ¡Vamos a otra parte!

Chromie volvió a sujetarlo, empujándolo hacia abajo para mirarlo de frente. Lucía un poco confundida y otra vez Garronero sintió que el mundo a su alrededor se distorsionaba.

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Ahora se encontraban en otra celebración del Festival de invierno y el sonido de la música colmaba el aire. Garronero pronto notó que se encontraba en la fiesta de su jefe huargen, Fuzzywick, y había una interminable cantidad de delicias de Pastos de Bosquehumeante por todas partes. Era un festival lleno de comestibles y dicen que fue «una fiesta bastante impresionante». Un festín para los ojos y los oídos, todos estaban felices… excepto Garronero.

—Espíritu, ¿por qué me torturas con estas visiones?

—¿Qué visiones?

—¿Por qué me muestras esta fiesta y este momento de mi pasado? ¿Qué lección podría aprender aquí?

—dijo mientras se lamentaba.

—Ah, sí. El pasado… Pensé que te había regresado al presente. Tu presente, no el mío. Claro, sería extraño que te llevase a mi presente, ¿no?

De inmediato, Chromie se puso a dar otra explicación extremadamente aburrida acerca del tiempo y el espacio, ¡pero te la ahorraremos y en su lugar te presentaremos esta excelente oferta de los patrocinadores de Pastos de Bosquehumeante!

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Si no puedes revivir tu infancia al viajar al pasado con un dragón viajero del tiempo, ¡despreocúpate! Pastos de Bosquehumeante puede ayudarte. Compra el maravilloso libro Guerra de nieve y podrás revivir la infancia de otra persona. Compra uno para todos en tu lista del Festival de invierno. ¡Ellos te lo agradecerán!

Ahora volvemos con nuestra disparatada Chromie….

—Como podrás ver, —dijo Chromie—, incluso antes… o ahora… la gente compraba todo lo que Pastos de Bosquehumeante tenía para ofrecer y lo compartían con otras personas. Pastos de Bosquehumeante ganaba dinero y si Pastos de Bosquehumeante es rentable, todos ganan. Probablemente eso fue lo que dijo, quién sabe. Yo hubiese dicho eso en su lugar, eso es seguro.

Garronero no parecía muy convencido, y Chromie volvió a sujetarlo de su túnica. Lo siguiente que supo fue que estaba en su cama y que sus monedas de oro estaban esparcidas por todos lados. El último ruido que escuchó fue la risita de Chromie que se desvanecía en el frío aire de la noche. Esperaba que hubiese recordado traerlo de vuelta al presente. Revisó su reloj para asegurarse. Era la una y media, así que solo se pasó por poco. Por suerte solo se había pasado por poco.

Garronero hubiese suspirado de tener la capacidad de hacerlo, pero en su lugar se puso a contar sus monedas. Sabía que aún le quedaban dos espíritus más antes de quedar libre de estos molestos fantasmas. ¿No sabían que tenía mejores cosas que hacer?

Era una situación bastante triste. Sí, Garronero era un tipo extremadanamente avaro, prefería acumular su oro en lugar de invertirlo en el constante crecimiento de Pastos de Bosquehumeante para que se convirtiera en la marca comercial más grande de comidas y bebidas del mundo. Triste, realmente triste.

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Continuaremos con las lecciones de Ebonizador Garronero cuando volvamos con la tercera parte de Un villancico del Festival de invierno, el día 21 de diciembre. 

 

 

Written by Epsilon

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