Los kaldorei se caracterizan por el aura de misterio que les rodea, por su salvaje bellaza y, sobre todo, por su hermetismo y desconfianza. Es bastante normal adentrarse en sus bosques y notar cómo una flecha atraviesa nuestro cuerpo antes de que nos percatemos siquiera de que no estamos solos, de que nos vigilan. Una vez fueron una raza bendecida con el don de la inmortalidad, la cual sacrificaron para derrotar a Archimonde y no consiguieron las bendiciones de Nozdormu y Alexstrasza cuando, en un acto de egoísmo, Fandral Corzocelada plantó la semilla del árbol que actualmente se conoce como Teldrassil. Pese a haber perdido su preciado don, siguen siendo una raza muy longeva.
Tienen los lazos bien apretados con la naturaleza, cuidándola y encargándose tanto de su flora como de su fauna. Se convirtieron en una sociedad druídica cuando expulsaron a los Altonato. Son, además, una sociedad matriarcal, donde las mujeres son quienes llevan las riendas. Hasta hace poco, la orden de Centinelas estaba destinada únicamente a mujeres, estando actualmente abierta a los hombres -aunque, si bien es cierto, su número es bastante reducido.
Con la llegada del Cataclismo, Fandral Corzocelada y sus druidas desaparecieron, alzándose posteriormente como druidas de la llama. El maestro Tempestira le sustituyó como Archidruida tras despertar del Sueño Esmeralda y regresar junto a Tyrande Susurravientos. Junto a él, Alexstrasza e Ysera han ofrecido finalmente sus bendiciones a Teldrassil, aunque no con ello han recuperado su inmortalidad.
Cultura
Los elfos de la noche son gente que han dedicado sus vidas a proteger el mundo natural. Los druidas llevan siglos caminando por el reino protegido por Ysera, el Sueño Esmeralda. A pesar de que veneran a muchas criaturas, la principal es la diosa lunar, Elune.
Antes de la
Tercera Guerra, la sociedad kaldorei estaba fuertemente dividida por sexos, con la mayoría de hombres siendo druidas y la mayoría de mujeres sirviendo como guerreras o sacerdotisas. Ese tipo de división ha definido su cultura durante milenios. Ahora las mujeres también pueden seguir la senda del druida, al igual que los hombres pueden pertenecer a las Centinelas
. Aunque antes de la
Tercera Guerra las mujeres podían ser druidas, no les estaba permitido pertenecer al Círculo Cenarion.
Política
Tyrande Susurravientos es la líder de las Hermanas de Elune y la líder secundaria de las Centinelas, siendo Shandris Plumaluna, su hija adoptiva, la líder de dicha fuerza militar. Son las Hermanas de Elune la fuerza política kaldorei más activa, cumpliendo los papeles de magistrados, oficiales y puestos por el estilo dentro de su gobierno.
Por otro lado, el Círculo Cenarion, liderado por el Archidruida Malfurion Tempestira, se centra más en el Equilibrio en sí que en la sociedad kaldorei, aunque juegan un importante papel como consejeros.
Creencias
Los elfos de la noche veneran a los Ancestros, deidades de la naturaleza adaptados al bosque y a la caza. Elune y Malorne son las figuras principales de su fe. Tras la muerte de Cenarius, algo que los kaldorei jamás perdonarán a los orcos, sus hijos vivirán y ganarán poder con cada año que pase. Los elfos de la noche veneran a los hijos de Cenarius como si fueran él mismo. Algunos elfos también veneran a los dragones. La Secta de los Dragones acoge a muchos kaldorei, aunque no se sabe cuántos llegan a venerarles.
Dentro de las Hermanas de Elune sólo hay una única voz capaz de dirigirse a su venerada diosa,
Elune, y es la Alta Sacerdotisa del Templo de la Luna. Actualmente ese cargo recae sobre los hombros de
Tyrande Susurravientos, liderando así a los kaldorei junto a
Malfurion Tempestira. Rezan a su diosa diariamente, pidiéndole sabiduría y protección para los suyos.
Cada asentamiento kaldorei tiene una poza lunar, las cuales contienen aguas del Pozo de la Eternidad del Monte Hyjal. Dichas aguas tienen propiedades curativas y purificadoras, por lo que son un punto importante en las ceremonias religiosas y una fuente de poder para los druidas. Sus energías mágicas son una fuente de fascinación para los magos, quienes tienen prohibido usar sus poderes.
Comportamiento
Los kaldorei son fuertes adoradores de la naturaleza que han rechazado la magia durante milenios, por eso mismo han sido reacios a la readmisión de los Altonato entre su sociedad. Cuidan y protegen la flora y la fauna de sus bosques con sus propias vidas. Conocen cada árbol, cada rama e incluso cada hoja que se halla sobre sus tierras. Saben cómo vigilar a los intrusos sin ser vistos.
Han vivido durante milenios alejados de cualquier otra raza y consideran a éstas como inmaduras. No hay que olvidar que los elfos de la noche fueron una vez inmortales y, por ende, han visto mucho más que cualquier otra raza mortal. Por esa razón se muestran todavía muy desconfiados y no abren su puerta a extraños así como así. Por ese motivo, además, son lentos para los cambios. Experimentan los sentimientos muy profundamente y de forma muy lenta, por lo que jamás darán su corazón a alguien que no sea de su propia raza ni a la ligera; es por ello que cuando dan con ese alguien especial, es de por vida. Cuando deciden compartir su vida con su compañero, lo hacen sin más, puesto que no se conoce dentro de su cultura nada parecido a un casamiento. Su sentido del humor, así como su ingenio, es muy afilado. Aparte de su deliciosa hidromiel, y en pequeñas cantidades, un kaldorei jamás será visto en una taberna tomándose unas copas, muchísimo menos ninguna de sus damas o borrachos. Los problemas no los solucionan ni pegándose tortazos a diestra y siniestra ni tampoco bebiendo.
A pesar de parecer una raza pacífica y respetuosa, son expertos en el arte de la guerra.
Debido a su apariencia mística y su naturaleza misteriosa, la interacción con otras razas es a veces incómoda. Las razas más jóvenes muestran potencial, y por esa razón los kaldorei los miran en calidad de observadores.
Tras la
Tercera Guerra, los elfos de la noche comenzaron a tener contacto con las razas más jóvenes, desconocidas para muchos. Este hecho ha impactado en su sociedad, adaptando algunos nuevas costumbres provenientes de sus nuevos aliados. Suelen mantenerse al margen en cuanto a la política de la
Alianza se refiere, siempre mirando por sus intereses. Aunque se llevan medianamente bien con el resto de razas, siempre con sus más y sus menos dependiendo de cada uno, simpatizan mejor con los apasionados enanos. En cuanto a los huargen, se sienten responsables por su maldición, ya que los primeros huargen fueron druidas
kaldorei. Es por ello que han cedido al pueblo gilneano una parte de su capital,
Darnassus.
Son un pueblo altamente arraigado a sus ancestrales tradiciones y conservador a rasgos generales. Por ello, se mostrarán abiertamente contra los brujos, caballeros de la muerte o cazadores de demonios, incluso tal vez algo violentos. Toleran a los magos siempre y cuando no practiquen magia en tierras kaldorei. Por otra parte, aceptan la tecnología gnómica o enánica, aunque no siempre es así con los más tradicionales.
Las mujeres
Los hombres
Las mujeres han llevado desde hace milenios las riendas de la sociedad kaldorei. Ellas son las únicas que pueden pertenecer a la orden de las Hermanas de Elune -quienes, además, son la fuerza política kaldorei- y, hasta hace poco, las únicas que podían unirse a las filas de las Centinelas. Siempre ha recaído en ellas la última decisión.
Aunque educadas y llenas de gracia, su belleza no reside en el estilismo ni en sus pronunciadas curvas, sino en su salvajismo. Adornan sus cabellos con hojas generalmente, reservando las flores para los eventos importantes. Aunque suelen llevar togas para pasear por la ciudad, portan buenas armaduras para el combate, para lo que son preparadas desde su juventud. Inteligentes, de respetuosas y sabias palabras, altaneras, protectoras, maternales y lo más importante… mortales.
Además, las mujeres son las únicas que se hacen los tatuajes faciales tras los ritos de iniciación.
Los hombres kaldorei han sido los únicos que podían pertenecer al Círculo Cenarion si habían seguido el camino de los druidas, aunque desde el Cataclismo se les ha empezado a admitir en el cuerpo de las Centinelas. Al igual que las mujeres de su raza, son altamente reservados. Suelen ir ataviados con ropas cómodas, mostrarse más respetuosos e incluso menos agresivos que las mujeres.