Este relato corto de Warcraft «Día del Rostro» escrito por Steve Danuser forma parte de la colección de cuentos cortos del libro Folk & Fairy Tales of Azeroth.
Relato de Warcraft: Día del Rostro de Steve Danuser
Chronormu despertó con el primer destello del sol naciente. Bostezó, se desperezó y sonrió ante las maravillas del mundo que también abandonaba el sueño.
Una brisa gélida empujó una nube de copos de nieve al interior de su nido a través del arco abierto que enmarcaba la entrada.
Allí, resguardado en lo alto de la ladera de la montaña, el frío era acogedor, familiar. Chronormu caminó adormilado hasta la cornisa y admiró los interminables campos de nieve y hielo que lo cubrían todo hasta el Templo del Reposo del Dragón, una majestuosa torre que se alzaba en la distancia. Como si le diera los buenos días, el cielo encapotado se abrió para dejar pasar unos rayos de sol que templaron sus broncíneas escamas.
«¡Es un buen día para ser un dragón!», se dijo a sí mismo, como cada mañana. Sin embargo, algo hizo que se le encogiese el corazón; una molesta sensación de disgusto que le hizo sentirse ligeramente fuera de lugar.
Por el rabillo del ojo advirtió un fulgor en los cielos; pequeño al principio pero más grande cuanto más se aproximaba a su nido otro dragón bronce. Chronormu sonrió al reconocer a su estimada amiga.
—Zidormi, ¡buenos días! ¿Me has traído el desayuno? Por favor, dime que sí. —Solo de pensar en comida, su estómago vacío emitió un gruñido.
La elegante dragona bronce se posó sobre la cornisa con una elegante floritura, sonrió y sacudió alegremente la cabeza.
—No, tonto. He venido a conocer tu decisión. ¡Dime qué forma vas a escoger!
De golpe, el gruñido se convirtió en un nudo. El ceño de Chronormu se arrugó hasta formar una mueca de vergüenza.
Zidormi se quedó boquiabierta.
—¡Chronormu! ¡Quedan menos de dos semanas para tu Día del Rostro! ¿Me estás diciendo que aún no te has decidido por una forma mortal?
La mañana había sido tan fresca, radiante y bella que aquello a Chronormu ni siquiera se le había pasado por la cabeza. Bueno, sí que se le había pasado por la cabeza, pero no le había prestado atención con la esperanza de que fuera un pensamiento fugaz y lo dejara tranquilo. Y así había sido durante unos maravillosos minutos. Pero solo unos minutos.
Chronormu se dejó caer y bajó su largo cuello para posar la cabeza sobre las garras retraídas.
—Ay, Zidormi, ¡no me aclaro! Hay muchas posibilidades y, cuando creo que ya he tomado una decisión, se me aparece en la mente otra opción distinta. ¿Y si no elijo bien? Por favor, dime qué harías tú.
Zidormi suspiró y dejó que las comisuras de su boca dibujasen una sonrisa reconfortante.
—Los dos sabemos que no puedo elegir por ti. Y aún quedan varias estaciones para que llegue mi Día del Rostro.
Chronormu resopló y de sus fosas nasales brotaron unas columnas de humo pálido.
—Seguro que tú ya sabes qué forma mortal vas a elegir, ¿no?
—No he volado hasta tu nido para hablar de mi elección, Chronormu.
—Pero es verdad, ¿no?
Aparte de un breve resoplido de resignación, Zidormi se ahorró la protesta esta vez.
—A ver, sí, pero…
—¡Lo sabía! —gimoteó Chronormu mientras estiraba el cuello de lado a lado en señal de frustración—. A ti te resulta muy fácil tomar decisiones. Apuesto a que también sabes qué responsabilidades solicitarás, a dónde irás, con quién congeniarás, cuándo…
—¡Basta! —gritó Zidormi. Pero, cuando vio brotar unas lágrimas de los anchos ojos verdes de su amigo, suspiró y se acercó para acariciarlo con el morro—. Tranquilo, ya está, querido Chronormu, no te apures.
—Es que no sé cómo voy a elegir cómo me ven los demás —sollozó el joven dragón— si ni siquiera sé cómo me veo yo a mí.
Zidormi respondió con calma y sin levantar la voz:
—Cuando nuestro maestro, el Atemporal, se enfrenta a una decisión complicada, ¿qué crees que hace?
La pregunta consiguió distraer a Chronormu.
—Probablemente les pida consejo a los demás Aspectos.
—Y nuestro maestro es sabio, ¿verdad?
Chronormu asintió solemnemente.
—El más sabio.
Zidormi sonrió
—Entonces, te sugiero que le pidas consejo tú a él. Nozdormu ha ayudado a incontables miembros de nuestro Vuelo a prepararse para su Día del Rostro. Estoy segura de que también lo hará contigo.
Chronormu sintió que se le henchía el corazón de alivio y alegría. Se sentía mucho mejor ahora que tenía un rumbo. Rodeó a su maravillosa amiga con las alas y le dio a Zidormi el abrazo más fuerte que pudo.
—Lo haré, lo prometo. Pero ¿quieres desayunar conmigo antes? ¡Es una conversación demasiado importante como para tenerla con el estómago vacío!
Puedes descargar el PDF en el siguiente enlace: