Con el anuncio de la nueva novela de World of Warcraft Shadows Rising llegó un extracto de la misma donde se revelan algunos sucesos que tendrán lugar.
Hemos traducido al español el extracto original en inglés. Puedes verlo en inglés aquí.
Puedes hacer la pre-order en inglés en Amazon al precio de 25,76€. El tomo de tapa dura tiene 304 páginas en su versión original.
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Extracto de Shadows Rising en español
Recordad que este extracto tiene SPOILERS de la trama futura de World of Warcraft.
Zekhan no había evitado la implacable guerra quedándose quieto. No, aprendió a ser útil, a seguir siendo útil y a saber cuándo esta utilidad había llegado a su fin. No le habían asignado al lado de Varok Colmillosauro durante la Batalla de Lordaeron por estar de brazos cruzados o tomando una siesta. Y entonces, no se quedó parado mientras su comandante caía en un tranquilo e intenso intercambio con el chamán del Anillo de la Tierra.
Zekhan casualmente se situó detrás del alto y bien armado líder de los Lanza Negra, Rokhan, utilizando su sombra para ocultarse, ignorando los gritos y aclamaciones de la multitud a medida que los miembros del consejo reunido, junto con sus guardaespaldas y asesores se retiraban a las tentadoras sombras de las tiendas festivas. Zekhan no era tan estúpido como para pensar que esos aplausos eran para él. No, él estaba en la sombra y era una sombra: primero la de su padre, luego la de Colmillosauro y ahora la de Thrall.
Y como una sombra, se arrastró, buscando algo lo bastante interesante como para mantenerlo entretenido. “Mantén tus manos ocupadas y tu mente aguda”, le había dicho su padre Hekazi cuando Zekhan apenas alcanzaba las rodillas de un raptor en altura. “Y nunca te faltará trabajo ni diversión”.
El trabajo y el entretenimiento deberían ir de la mano este día. Un círculo de tambores con un trío de bailarines se habían reunido fuera de las tiendas para recibir a los estimados invitados. Vio al goblin, Gazlowe, deslizarse hacia los tambores, haciendo un doble paso ridículo y provocando la risa de los bailarines. La música, con un ritmo constante e infeccioso, gradualmente se expandió hasta aquellos que se aproximaban a la tienda. Hombros tensos se movían con el ritmo, ojos entrecerrados se ensanchaban con apreciación para los talentosos (y escasamente vestidos) bailarines.
Sólo Talanji y su contingente de Zandalaris se quedaron al margen. El desapego indiferente. No estaba exactamente sorprendido. Mientras el Consejo de la Horda les había dado una cálida bienvenida a ella y los suyos, su respuesta hasta ahora no había sido nada más que frío. Zekhan la había vigilado de cerca, intrigado y, cierto es que también, algo embobado por la preciosa princesa. Tenía los colmillos más delicados y los ojos azules más llamativos…
Ella también tenía, y eso estaba claro, mal genio.
Talanji paseaba de un lado a otro en el extremo sur de las tablas festivas con una joven trol de piel turquesa y cabello amarillo avivando a su reina con una enorme hoja de palma. Molesta con el pequeño viento, Talanji golpeó a la chica y la alejó. Zekhan frunció el ceño. ¿No había habido más guardaespaldas con Talanji cuando llegaron? ¿Acaso uno de ellos se había perdido? Orgrimmar no era la ciudad más confusa del mundo, pero quizás uno de los Zandalari no encontraba el camino a la fiesta.
Puede, pensó. Puede. Se acercó, sintiendo una oportunidad. La Horda necesitaba todas las ventajas posibles, y eso requería asegurar renovar la fe de Talanji. Su aliado en luto no parecía interesado en unírseles ni en paz ni en guerra, tampoco dispuesto a proveer tropas. Ni tan solo estaba listo para unirse al consejo. No, ella no parecía nada impresionada.
“¿Puedo servirle, Majestad?”
Zekhan hizo una reverencia y sacó su mejor sonrisa. La chica con el abanico hizo un pequeño sonido de alarma. La reina en persona lo miró fijamente – a través de él – y luego puso los ojos en blanco.
“¿Y cómo podrías tú servirme?” Sus ojos agudos sin duda captaron sus humildes prendas y la suciedad debajo de sus uñas. En comparación, ella y sus sirvientes brillaban como chinches al anochecer.
“Tu séquito parece algo ligero. Si necesitas un mensajero o una copa de vino fresca…”
Talanji inclinó su cabeza hacia un lado, sus pendientes tintinearon suavemente a la vez que le interrumpía “¿Me estáis espiando ahora?”
No era la respuesta que esperaba. Zekhan retrocedió, ya preparado por la reprimenda que Thrall le daría por molestar a la reina. Levantó los brazos a modo de rendición y un escalofrío lo sobrecogió. Era como si alguien hubiera deslizado la punta de un cuchillo por su espalda. Y entonces cayó hacia atrás. Un instante estaba firme y en el siguiente estaba cayéndose. Su codo chocó contra algo duro al principio y húmedo después. Una copa. El siervo restante de Talanji había regresado y Zekhan había chocado con él.
La copa cayó al suelo, esparciendo el vino por los pies de Zekhan y el dobladillo del vestido de Talanji.
“¡Cuidado!” el sirviente que llevaba la copa gritó, intentando cogerla del suelo. Él era mayor que Talanji, con unas cicatrices cruzando su nariz y un brillo visible de sudor sobre su frente. “¡Torpe! ¡Este era el vino de la reina!”
“Solo un error” dijo Talanji, levantando calmadamente su falda para inspeccionar el daño. “No pretendía hacer ningún daño…”
Pero Zekhan dejó de escucharla, mirando la mancha de vino en el vestido blanco. La voz de la Primera Arcanista Thalyssra le vino a la cabeza…
No puedo esperar a que pruebes nuestro vino de arco, Lor’themar. Hemos preparado suficiente para que todo Orgrimmar pueda disfrutarlo.
La mancha fea en el dobladillo de la reina era de un color azul violeta y se estaba volviendo negra. Aún más, el charco del suelo olía claramente a muerte.
“Otro vaso para ti, Majestad. Ahora vuelvo” estaba diciendo el sirviente, reverenciando a la reina antes de empezar a partir.
“No” Zekhan se arrodilló y pasó los dedos por el vino tirado, para luego olerlo. Sea lo que fuere, no era vino. Puede que una hierba de té, o algo peor. “¿Qué le estás dando?”
“V-vino” tartamudeó el sirviente, pero el sudor de la frente le cayó por las sienes. “Sólo vino”.
De pie, Zekhan tuvo el tiempo justo para situarse entre Talanji y el asustado sirviente, quién sacó una daga de debajo de su túnica y se lanzó hacia la reina. La conmoción había llamado la atención de todo el consejo, y ahora Zekhan sentía como el caos se esparcía por las tiendas. Los tambores se silenciaron y les siguieron susurros.
“¡Atrás!” Zekhan gritó a Talanji. “¡Detrás de mí!”
Un hacha voló por encima del hombro de Zekhan, lo bastante cerca como para cortarle el pelo. Se encogió de hombros y arrojó rayos justo tras del hacha. La descarga lanzó al sirviente contra un poste de la tienda y luego a suelo. El hacha arrojadiza estaba enterrada en el suelo detrás de él – había fallado por muy poco. La pisada pesada de Thrall vino después, seguido de su sombra intimidante a medida que se corría hacia ellos y en dirección al asesino. Eso explicaba el hacha.
“¡Cogedlo!” gritaba alguien. Y, “¡Proteged a la reina!”.
Zekhan reaccionó y siguió a Thrall, quién alcanzó al asesino un segundo demasiado tarde. La daga seguía en su mano y el troll hizo uso de ella, al clavársela en su propio estómago.
“Habla” Thrall tenía al troll cogido por el cuello, pero la daga ya había hecho su trabajo. “¿Quién te envía? ¿Quién te envía?”
El viejo y asustado troll apenas pudo llegar a susurrar una amenaza final, antes de que su cabeza cayera muerta sobre su cuello y la sangre saliera de su boca. “Ella…conocerá nuestra…p-picadura”
Tan pronto como el troll dijo sus últimas palabras, Talanji estaba sobre ellos, apartando a Thrall y Zekhan y agachándose frente al asesino. “Es un Zandalari. Uno de los míos… Pero ¿cómo?”
“Todos los tuyos deben ser detenidos e interrogados” contestó Thrall severamente “Nunca hay sólo asesino”
“¡Cuestiona a tu gente!” dijo Talanji enfurecida, levantándose con las manos y vestido cubiertos de sangre y veneno. “Volveremos a casa antes de que se derrame más sangre”.
Thrall suspiró y se movió, interponiéndose en su camino. “Te aseguro que…”
“No puedes asegurarme nada. Ni barcos, ni soldados…ni siquiera mi propia seguridad”. Enderezó la cabeza y, a su altura, podía mirar fácilmente a Thrall a los ojos. Zekhan se encogió, había un tipo diferente de energía a su alrededor. “No me necesitáis aquí. Zandalar siempre me necesitará, así que es donde estaré.”
Todos los ojos se pusieron sobre la reina Zandalari mientras ésta reunía a su pequeño séquito y se marchaba, con la cabeza alta. Todos los ojos –notó Zekhan- menos los de Thrall. Todo había sucedido en un parpadeo: el asesino, el relámpago, el enfado de la reina… no podía dejar de pensar en el momento en que su brazo tiró al suelo la copa de la mano del asesino. Estaba seguro que sus pies estaban firmemente plantados en el suelo. Estaba seguro que algo o alguien le había empujado hacia el Zandalari.
Los miembros del consejo vinieron uno a uno, atraídos por la conmoción. El Jefe de los Lanza Negra, Rokhan, apareció a su lado, envainando sus dagas. Sonriendo, el alto troll aplaudió a Zekhan en la espalda. Estaba tan confuso por el caos que Zekhan se balanceó un poco por la fuerza de Rokhan.
“Lo has hecho bien, chico. Tienes los reflejos de Sin’Dall.”
Pero yo no lo hice.
Podía llevarse el mérito por el rayo, ¿pero la copa? La copa… Frunció el ceño, mirando a su alrededor, a las caras de unos miembros del consejo aliviados. Únicamente Thrall compartía su preocupación. Estaba detrás de la multitud, con su ceño fruncido y sus ojos oscuros y distantes. Ahora, los mejores de entre la Horda se habían reunido alrededor de Zekhan, repitiendo las palabras de Rokhan. Nada más escuchar la palabra “héroe”, sacudió su cabeza. No, no. No era un héroe en absoluto: sólo un chico de la jungla, de una aldea que cabría dentro de las puertas de Orgrimmar –incluso 100 veces. Sólo quería ser de utilidad, no ganar un elogio.
Zekhan volvió a ver la cara de Thrall entre la multitud. Su expresión no había cambiado en lo más mínimo. Una única mancha en el cielo en un día sin nubes: la advertencia de lluvia. Sólo unos pocos lo notarían, pero cuando el gran líder se preocupa, el guerrero sabio también lo hace.
El líder Lanza Negra puso su mano en su hombro, pero Zekhan no sonrió – en su lugar, tembló.